Comenzando el presente siglo hubo un auge en la región con la llegada al gobierno de unos Presidentes y partidos o coaliciones políticas considerados como progresistas. Inició con el triunfo del Teniente Coronel Hugo Chávez en Venezuela, siguió el Presidente Lula y el Partido de los Trabajadores en el Brasil, luego Tabaré Vásquez y el Frente Amplio en el Uruguay, Néstor Kirchner y el partido peronista en Argentina, Ricardo Lagos primero y luego Michelle Bachelet en Chile dentro de la coalición de Concertación por la Democracia; siguieron posteriormente Evo Morales y su partido MAS en Bolivia, Rafael Correa y su movimiento Alianza País, Daniel Ortega y el partido FSLN en Nicaragua. Posteriormente se da el triunfo de Mauricio Funes y su partido FMLN en El Salvador.
Algunos analistas denominaron a esto “El ciclo progresista en América Latina”, porque se trataba de gobiernos que si bien se podían considerar como ‘progresistas’, no correspondían a la izquierda clásica que había tenido presencia en la región a través de los partidos comunistas, los partidos socialistas y los partidos derivados de los gobiernos populistas de la primera mitad del Siglo XX. Adicionalmente todos ellos habían llegado al gobierno a través de elecciones y no de revoluciones ni golpes militares.
¿Hoy día cuántos de estos gobiernos se mantienen en el poder? En Uruguay sigue el Frente Amplio en un nuevo mandato de Tabaré Vásquez, en Chile está terminando un segundo mandato de Michelle Bachelet, en Ecuador sigue en el gobierno el partido Alianza País con el presidente Lenin Moreno, en Bolivia está terminando un tercer mandato el presidente Evo Morales y su partido MAS; en El Salvador está terminando su mandato el Presidente Sánchez Cerén del partido FMLN. Mantienen gobiernos progresistas: Bolivia, Uruguay, El Salvador, Chile, Ecuador, Nicaragua (con todo y los debates sobre la permanencia en el poder de Daniel Ortega).
Y hay tres casos que son paradigmáticos, Brasil y Argentina por el tamaño y la importancia política de estos países en la región y Venezuela, por el peso de su producción petrolera –las reservas comprobadas más grandes del mundo- y la controversia política interna con su oposición.
Pareciera existir tres grandes razones en el debilitamiento de estos proyectos políticos: uno, la regular o mala gestión de algunos de estos gobiernos; dos, el fin de la bonanza económica –auge de los altos precios de materias primas sobre los cuales sustentaron sus políticas distributivas-; tres, el fenómeno de corrupción que por supuesto tocó también estos gobiernos y les hizo perder credibilidad en la opinión pública.
El panorama de la izquierda política latinoamericana –porque existe otra izquierda social y cultural que no se puede incluir en el mismo grupo-, se puede resumir de esta manera: la izquierda clásica –expresada en los partidos comunistas, partidos socialistas, populismo- mantiene su presencia persistente, aunque marginal en muchos países, como ha sido su constante histórica.
Las nuevas expresiones de las izquierdas se manifiestan así: emerge en Colombia, después del proceso de Acuerdos para la terminación del conflicto armado, el partido FARC, (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común), en un contexto de alta polarización política, pero puede ser un factor con incidencia en el resto de las agrupaciones de izquierda. Es incierto el futuro de proyectos políticos como el de Alianza País en Ecuador, el Peronismo progresista (Kirchnerismo?) en Argentina y de la coalición de centro izquierda chilena, así como el PSUV en Venezuela.