Para Antony Downs: “En una democracia los partidos políticos formulan su política estrictamente como medio para obtener votos” es decir “su función social es un subproducto de sus motivaciones privadas”, ideas que, aunque hoy suenen impopulares, son destacables en el escenario que vive el país por estos días.
El debate de la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial de paz demuestra cómo estos principios bien se pueden aplicar a la perfección a la realidad de nuestros partidos. Sin esta reglamentación el panorama para la implementación de los acuerdos de paz es oscuro e incierto, y demuestra un principio esencial de lo antes afirmado: que las motivaciones electorales de nuestra clase política superan el “sentido del deber” ante sus responsabilidades históricas.
¿Es casualidad que Cambio Radical se retire de la Unidad Nacional justo cuando su Jefe intenta tomar votantes de la derecha? ¿Es una coincidencia que justo cuando los conservadores aceptan que están en acercamientos con Vargas Lleras para formar listas únicas al Congreso, se echan para atrás en las votaciones de este proyecto?
Cambio Radical sabe que la popularidad del Acuerdo de paz no es la mejor, y que la forma más efectiva de buscar desmarcarse del Gobierno Santos es criticando la misma política que ellos ayudaron a montar, es decir, cuando se trataba del resto de Acuerdo todo iba bien, pero cuando llega la época pre-electoral no.
Los conservadores no sorprenden, si algo han tenido desde su apoyo a la primera candidatura de Álvaro Uribe a la presidencia, es falta de sentido ideológico, eso que les costó la unidad, y la vocación de poder hasta la llegada de Marta Lucía Ramírez (quien también tuvo apoyo de solo parte de ese partido en 2014 y hoy está por fuera), y ahora ponen en peligro la JEP justo cuando están negociando para consolidar sus listas al congreso en 2018.
Centro Democrático la tiene más clara que todos, durante los proyectos que rodean el fast-track sabían que sin el apoyo de los partidos antes mencionados todos sus intentos de sabotaje al Acuerdo eran simbólicos, pero ahora que el barco de la Unidad Nacional se hunde, aprovechan para recoger a los que están escapando del barco y utilizan toda artimaña permitida en el procedimiento del congreso para acabar con el Acuerdo de paz, uno de los fines que más motiva a su líder natural.
¿Qué cambió durante los años que Cambio Radical y el conservatismo participaron del Gobierno aprobando todo lo relacionado con la paz y hoy?, que el beneficio electoral que pueden obtener ahora no justifica el costo-beneficio de aprobar un proyecto impopular bajo un Gobierno igualmente impopular.
A todo lo anterior podríamos sumar la altura del debate, gritos, insultos, y recriminaciones. Se volvió preferible salir “verraco” a los micrófonos que dar un debate en términos de coherencia política. En mi opinión la fase final de los proyectos del fast-track revelará a los colombianos que motivaciones existían detrás de los antiguos apoyos al Gobierno Santos, como también de aquellos que se han opuesto al mismo, porque, aunque ahora Uribe dice que ya no quiere “hacer trizas los Acuerdos”, sus “tiros” a la JEP bien demuestran de fondo lo que haría un Gobierno de su partido.
De la JEP aprendemos bastante, no solo de su contenido, sino también de la forma como será finalmente aprobada o no. ¿Oportunismo?, así pinta la campaña para 2018.