Los cambios de calendario son una convención que los seres humanos han construido a lo largo de la historia, como forma de medir el tiempo, pero eso no significa que los acontecimientos, problemas, conflictos y pretensiones se vayan a modificar con estos cambios convencionales.
El escenario internacional actual está caracterizado por la presencia de tres grandes jugadores, Estados Unidos, China y Rusia, determinantes en la definición de las dinámicas globales y otra serie de actores regionales que cumplen o pretenden jugar roles de incidencia en su entorno; el caso de la Unión Europea; Arabia Saudita, Irán y Turquía en el área del Medio Oriente y Asia Central; Corea del Norte en la región asiática, India y Pakistán en el Sudeste asiático. América Latina, para bien o para mal, no tiene un jugador regional importante, lo intentó ser Brasil en la época de Lula, pero actualmente es uno más.
Hay una situación preocupante de conflicto, por el tipo de líderes que están involucrados, que es el caso de Corea del Norte; su Presidente pretende consolidar lo que sus antecesores han venido construyendo, una capacidad nuclear como forma de garantizar su seguridad y autonomía; esto ha sido una fuente de tensión continúa con Estados Unidos -quien busca forzar que se paralice y/o destruya este programa nuclear- y sus vecinos, Corea del Sur y Japón. Hay indicios de acercamiento entre las dos Coreas, con motivo de los Olímpicos de Invierno que se harán en Corea del Sur este año; puede ser el inicio de una distensión regional y eventualmente una cierta distancia de Corea del Sur de la posición de USA.
En Medio Oriente y Asia Central las tensiones se sitúan en Iran y Siria prioritariamente. En el caso de Irán por la pretensión del gobierno Trump de acabar con el programa nuclear iraní, que los países occidentales negociaron durante años su control para garantizar su uso pacífico -las actuales protestas al parecer por descontento con la situación económica pretenden ser utilizadas por ciertos países como factor de desestabilización interna-. El caso Sirio, si bien parece haber sido derrotado el Estado Islamico y la oposición pro-occidental, debilitada, sigue siendo un campo de disputa de intereses geo-estratégicos regionales. En Afganistán continúa la incapacidad de construir un Estado-Nación que controle el territorio y logre una cierta unificación y la presencia norteamericana allí no parece haber sido de gran apoyo; una variante de esta política es improbable. El caso israelí-palestino sigue siendo un campo de confrontación , agravado con la política de Washington y Tel Aviv de convertir a Jerusalén en capital del Estado de Israel cambiando el statu quo existente por décadas, lo cual puede ‘calentar’ la región.
Otros conflictos regionales como el de los Kurdos con Turquía, Irak y Siria seguirán siendo fuentes de preocupación regional pero no se vislumbran soluciones. Otras tensiones ‘silenciosas’ como las de China con Vietnam, las de Rusia con Japón, las de Catar con las otras monarquias árabes y Egipto se mantendrá sin pasar a una fase de tensión mayor. Igual pasará con otros conflictos africanos y asiáticos.
En América Latina, se mantendrá la tradición de ser una región irrelevante en tensiones internacionales; pero la situación venezolana con Estados Unidos y otros países de la región, interesados en tensionarla, puede ser un factor de preocupación y el caso de Cuba, donde no es previsible nada nuevo y lo peor, aunque improbable, sería volver a la situación histórica del bloqueo norteamericano.