En el Parlamento colombiano se tramitan proyectos de ley y de acto legislativo que tienen gran importancia para las regiones. Son iniciativas de los gobernadores y han contado con el respaldo incondicional de los senadores, entre los que se destacan, Efraín Cepeda Sarabia, Horacio Serpa Uribe, Juan Manuel Galán Pachón y Roberto Gerlein Echeverría.
Son los proyectos de Ley de Regiones y el proyecto de Acto Legislativo, este último de suma importancia porque modificaría el Sistema General de Participaciones (SGP).
Ambas iniciativas buscan una profunda transformación del ordenamiento territorial del Estado, contribuirían a una mejor organización del poder, descentralizarían políticamente la Nación y fortalecerían la unidad nacional.
Envío un mensaje de unidad a algunos senadores del Centro Democrático y del Partido Verde que no ven con simpatía el proceso de descentralización política y le achacan responsabilidades de separatismo y corrupción.
Los males de la corrupción administrativa y política son fruto del frondoso bosque de la centralización política que agrupa todos los resortes del poder. Panamá se separó como protesta a ese centralismo impuesto en 1886.
La grandeza de Estados Unidos, no hay que pasarlo por alto, está en haber adoptado la descentralización política en el modelo de federalismo que crearon, mantienen y enriquecen. Tienen una democracia sólida, una sociedad con equidad, una economía fuerte y un gran desarrollo monetario, científico, tecnológico y social. Es una potencia mundial porque su forma de gobierno promueve el despliegue de las potencialidades individuales y cohesiona la Nación.
La patria se siente en todas partes en Estados Unidos. En cambio, en nuestra amada república, el Estado no tiene presencia en todos los lugares y se siente su ausencia. La diferencia estriba en que el poder político en Estados Unidos está federalizado y el ciudadano se siente Estado porque la democracia, como forma de autogobierno, está federalizada. En cambio, el gobierno en nuestra Nación está centralizado en élites lejanas que gobiernan.
Un fino observador, como lo fue Alexis de Tocqueville, en La Democracia en América, estudiando el federalismo norteamericano, concluyó: “Lo que más admiro en Norteamérica no son los efectos administrativos de la descentralización, son sus efectos políticos. En Estados Unidos, la patria se siente en todas partes”.
Agrega: “En Norteamérica, el pueblo nombra a quien hace la ley y a quien la ejecuta; el mismo forma el jurado que castiga las infracciones de la ley. No solamente las instituciones son democráticas en su principio, sino también en todo su desarrollo”.
En el régimen nuestro de centralización política, solamente se apela al ciudadano el día de las elecciones, después la democracia lo excluye. Esta es la importancia del par de proyectos legislativos que las regiones impulsan en el Parlamento.
El centralismo, como es apenas obvio, no acompaña el proceso legislativo y se opone a las justas aspiraciones de regionalizar políticamente la Nación. Esto no lo he podido comprender, pero es más fuerte el impulso de las regiones que, inicialmente con la constitución de las Regiones de Administración y Planificación (RAP), dan cuenta de la necesidad, inaplazable, de ganar en autonomía, autodeterminación y descentralización. En este escenario sí ganamos todos.