El tiempo se le agota al establecimiento

Opinión Por

Justa o injustamente Gustavo Petro se ha convertido para muchos en estas elecciones en la personificación del coco, como dijo el periodista Daniel Coronell “Petro es el fantasma del castrochavismo con patas”. Es entendible que el establecimiento, entendido como la elite política-económica que ostenta el poder, sienta temor por lo que el candidato de la Colombia Humana representa:

“una visión de país donde el Estado juega un rol protagónico en cuanto a la regulación, en aspectos como, la economía por ejemplo, en la redistribución de la tierra, el cambio del modelo extractivista (de petróleo y carbón), la modificación de la vocación productiva del campo colombiano, la renegociación de los tratados de libre comercio; en la vida social, en aspectos como la educación pública gratuita hasta la universidad, la eliminación de las EPS, para que el Estado asuma la prestación del servicio de salud o la creación de una banca pública para facilitar el acceso al crédito de sectores populares” (tomado del programa Colombia Humana hacia una Era de Paz). Y sin dudas, sus antecedentes en la guerrilla del M 19 y la afinidad política que mostró en el pasado por el proyecto del Socialismo del Siglo 21 en Venezuela, les genera desconfianza y temor.

Lo cierto es que Petro, quien no ganará las elecciones por lo menos en este año, sacará en primera vuelta cuatro millones de votos aproximadamente y en la segunda vuelta unos seis millones, los cuales no son precisamente de una masa idiota o ignorante que le sigue, es gente mamada con un sistema político corrupto y un modelo económico excluyente. Gente que rechaza por ejemplo, el robo de la plata de los alimentos escolares, de Reficar, de Odebrecht, de las maquinarias políticas, de la mermelada, la corrupción en las Altas Cortes, el aumento del IVA, del precio de los combustibles, así como un salario mínimo con el que no se llega a fin de mes.

Petro es el candidato anti establecimiento, quien está canalizando la rabia y la indignación ciudadana. Por ello, entre peor le vaya al próximo gobierno, mejor le ira a él, porque a sus 58 años como dice el refrán “aún le queda mucha tela por cortar” y seguramente volverá a aspirar, impulsado por los millones de votos que obtendrá en este 2018. El próximo presidente debe tener como prioridad cerrar las brechas sociales, mejorar la calidad de vida de los sectores populares y las clases medias (que conforman la gran mayoría ciudadana de este país), de modo que pueda disminuir la indignación y desactivar lo que el establecimiento considera un riesgo populista.

El fenómeno Petro se origina porque el establecimiento, en cabeza de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, en vez de tener un relato claro sobre cómo gracias a sus gestiones millones salieron de la pobreza, le dieron estabilidad económica a la nación, se crearon miles de puestos de trabajo como nunca en la historia, se logró el 100% de cobertura en el sistema de salud, se extendió la gratuidad educativa hasta undécimo grado, se posicionó a Colombia como un Estado respetado a nivel internacional, se desmovilizó tanto a los paramilitares como a las Farc decidieron dividirse en torno al proceso de paz y ahora las instituciones están aún más deslegitimadas. Dicho clima de polarización facilita que Petro hoy esté cerca de llegar a la Casa de Nariño.

Mientras el establecimiento esté fragmentado en su discurso y no resuelva los problemas del ciudadano de a pie, Petro seguirá creciendo y, si nada cambia, será presidente nos guste o no, la pregunta es ¿cuándo?