Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación

Opinión Por

Colombia necesita una transformación cultural y para eso requiere una revolución científica.

Desafiar la creatividad de todo un país, en donde el 52,3% de la población es menor de 30 años -un bono demográfico que no se va repetir en 250 años- es la energía vital que debe aprovechar nuestro país para crear un nuevo tiempo.

En este nuevo tiempo, permitir que lo que realmente nos hace potencia ante el mundo entero, ‘la Bioriginalidad’, sea la fuente inagotable de una nueva forma de contarnos como nación, es la visión a la que le apostamos.

Y ¿qué es la Bioriginalidad? Es la suma de biodiversidad más ancestralidad. Por eso, aquí no solamente hay que hablar de biotecnología y bioprospección, también hay que hablar de la posibilidad de traducir estéticamente nuestra biodiversidad y ancestralidad a paletas de color, compendios de texturas y formas, bancos de sonidos –como lo está proponiendo Creatividad para Colombia en el proyecto de Ley de Estímulo a la Creatividad en Colombia– e inyectar toda esta ‘Bioriginalidad’ en un sector como la economía creativa, que hoy representa el 3,3% del PIB. Esto es más que sectores económicos como el carbón.

Estamos seguros que el sector de la economía creativa es el más sostenible, pues su principal insumo es la creatividad, y sin duda, la imaginación, el elemento más renovable que tiene este país y que debe ser estimulado.

Colombia tiene un gran problema y es cómo superar el modelo económico de extraer recursos naturales sin darles un valor agregado, modelo que ha sido la apuesta de desarrollo de nuestro país desde la colonia y que no nos ha permitido ver todo el potencial que podemos generar si desarrollamos creativamente nuestra biodiversidad y ancestralidad. Se trata de encontrar una alternativa a un modelo que ya se agotó y que es insostenible.

Es así como emergen dentro de esa economía creativa sectores económicos como la animación, los videojuegos, el cine, entre otras 44 actividades que sabemos -desde la plataforma ciudadana Creatividad para Colombia- son sectores que requieren para sus desarrollos de una base científica y tecnológica, en donde es necesario que un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación propicie el diálogo transdisciplinario. ¿Para qué? Para que nuestros productos sean de real innovación, no implementando lo que viene de afuera en un ‘reino de la eterna copiadera’, porque así es como muchos entienden la innovación, sino más bien planteándonos el desafío de traducir todo lo que tenemos adentro y producir de manera auténtica, siendo ‘Bioriginales’.

Sobre todo porque lo auténtico responde a una pregunta constante de mercado ¿qué hace valioso a un bien o servicio en el mercado global? La respuesta a esta pregunta es la originalidad, y a nuestro país lo hace único su biodiversidad y su ancestralidad. Creo que Colombia es un país que puede convertir su conocimiento en prototipos, patentes y estados del arte, y aunque no se industrializó, puede encontrar su reactivación económica en sectores emergentes de la economía como el sector creativo.

Además, no olvidemos que hoy la vanguardia del mundo ve en la Estética Contemporánea, que es la relación entre arte, ciencia y tecnología, una ruta para la generación de soluciones que fortalecen sectores como el de las TIC, en especial, el de la industria de contenidos digitales. Y en últimas, los contenidos digitales son bienes creativos.

Así las cosas, de nada sirve seguir diagnosticando lo insaciablemente diagnosticado, esa es nuestra enfermedad, nunca querer superar el diagnóstico y volver al sitio común sin que el diagnóstico tenga solución alguna y la cura no sea más que una aguja hipodérmica que gota a gota siempre nos dice que vamos mal y que lo que sabemos se disuelva en nuestras prácticas mediocres, corruptas, anacrónicas, sin planificación; aquellas que nos llevan a ese pantano que a todos nos unta y en el que indiscutiblemente la ciencia es sacrificada una y otra vez por no exigirnos ser una potencia.

El uso adecuado de los 6 años del billonario Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación generado con el 10% del Sistema General de Regalías hubiera servido para estructurar una buena visión de un plan científico de país, pero nuevamente la incapacidad nos ganó y los recursos quedaron convertidos en estatuas religiosas, pozos sépticos, pollerías, spas y vías terciarias que han sido seis y siete veces pavimentadas solo en los mapas.

Así que ¿necesita Colombia el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación? Si, además este debe ser pensado como un propulsor de la identidad y la economía nacional.

¿Cómo debería ser su estructura para evitar la generación de un ente burocrático? Interconectado a la academia y la industria, y que sean estos agentes quienes dinamicen el Ministerio. Para esto, habrá que considerar participantes activos de ambos lados, idóneos desde el punto de vista técnico y con capacidad para priorizar aquellos sectores de la economía donde la ciencia, la tecnología y la innovación genere un alto impacto a corto y mediano plazo. Ejemplo: el sector de la producción de los bienes y servicios creativos.

Si hay dudas sobre la financiación, ¿cómo financiar el Sistema Colombiano de Ciencia, Tecnología e Innovación que tanto nos hace falta? Si el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación no funcionó por la ausencia de proyectos pertinentes y desde las regiones, o por dejar la decisión de cuales proyectos se debían financiar en manos de los gobernadores y los asesores de estos gobernadores (en vez de en los académicos o en los científicos), habrá que dirigir los recursos de este fondo (10% del Sistema General de Regalías) a la construcción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Que éste, a su vez, adelante una agenda científica que esté dentro del Plan de Desarrollo 2018 – 2022 y que tal y como lo plantea Humberto de la Calle, pasemos del 0,27% del PIB para ciencia al 1,5%. ¡Ese 1,5% sería una partida real para la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación!.

Para finalizar, quisiera remitirme a un argumento ideológico que ha actuado a través de la historia: Así como el Liberalismo creó las instituciones que han gestionado la cultura del país, como el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional, ahora, éste debe apostar por la restauración liberal de gestionar la ciencia, la tecnología y la innovación por el bien de la nación. Lo que considerábamos un desafío del futuro tiene que ser un desafío del presente que llene de orgullo y valor a los liberales, pero sobre todo a los colombianos.

Comunicador Social, ex-candidato a la Cámara de Representantes por Bogotá, creador del Liberalismo Ambiental, el Liberalismo Creativo y Liberalismo Científico, cofundador de la Plataforma Ciudadana Creatividad para Colombia. www.andresguzman.co