Desafortunadamente son pocas las cosas o momentos que nos hacen sentir parte de la gran familia colombiana. Generalmente son más los eventos disociadores, a veces son las disputas políticas a veces las diferencias con los compatriotas que son parte de las minorías etnicas, en ocasiones las diferencias regionales (que si somos paisas, costeños, llaneros o cachacos) y así sucesivamente.
Afortunadamente los deportistas de alto rendimiento, en primerísimo lugar la selección de fútbol pero también nuestros ciclistas y atletas, actúan como elemento cohesionador , así sea de manera transitoria, de las mayorías nacionales. Es lo que acabamos de vivir con el desempeño de la selección en el mundial de Rusia que nos hizo vivir momentos de entusiasmo nacional en el que todos, más allá de las múltiples diferencias, nos sentimos parte de la comunidad nacional que ellos representan en el campo de juego.
Algo similar hemos sentido con los triunfos de Nairo Quintana, Rigoberto Uran, Fernando Gaviria y Mariana Pajón en cada una de sus competencias deportivas. Igualmente atletas como Katterin Ibuarguen y demás deportistas nos generan momentos de alegría y de identidad nacional.
Concluidas las justas deportivas volvemos a las disputas de siempre y no logramos avanzar en elementos de unidad nacional. Esto refleja la carencia de líderes nacionales con capacidad de convocatoria cohesionadora y la dificultad de construir objetivos nacionales de largo plazo. Esa es una asignatura aún pendiente.
Adenda: Debería preocuparnos a todos los colombianos el incremento de los asesinatos de líderes sociales y defensores de derechos humanos; no solo por ser la expresión del liderazgo social en construcción sino por qué significa el retorno a la crónica práctica del uso de la violencia para imponer intereses o proyectos políticos en los territorios. El Estado y Fuerza Publica tienen allí un gran desafío.