Empezó con buena onda el Gobierno liderado por la dupla Ivan Duque y Marta Lucia Ramírez, lo cual refleja la realidad política del mismo; no se trata de un gobierno de partido -del Centro Democrático creen algunos- sino de un gobierno de coalición cuya base son los partidos Centro Democrático y Conservador, pero igualmente otras fuerzas políticas tuvieron y tendrán incidencia. Hasta el momento no ha sido la denominada ‘mermelada’ la que ha guiado las relaciones políticas con el Congreso, y el gabinete tiene un componente tecnocratico importante, cosas qué hay que saludar positivamente, aunque a algunos esto les genere legitimas preocupaciones.
Pero también debemos señalar que el trámite de la agenda legislativa no será fácil, como lo reconoció con realismo la Ministra del Interior en entrevista con El Tiempo. Vamos a tener frente a cada iniciativa legislativa coaliciones diversas, lo cual hace incierto y complicado el trámite de las mismas, pero igual establece novedosas formas de relacionamiento y construcción de acuerdos políticos. Lo estamos viendo a propósito de la elección del Contralor, pero lo veremos igualmente en la de otros altos cargos del Estado y en cada proyecto de ley relevante: reforma tributaria en la cual habrá un duro debate, reforma a la justicia, reforma política y modificaciones al Acuerdo con las FARC, en lo cual la Corte Constitucional contribuyó a allanarlo con cambios en lo de representación política con simultaneidad de cumplimiento de sanciones de la JEP, entre otros. En cada caso habrá ganadores y perdedores.
Lo anterior y desde la perspectiva académica podría plantear un debate acerca de la conveniencia de un Gobierno sin una coalición mayoritaria en el Congreso, dentro de un régimen presidencialista como el nuestro. Pero igualmente es interesante destacar el esfuerzo que está haciendo el actual Gobierno y ojalá lo mantenga, de modificar la modalidad de relaciones con el Congreso. No hay duda que una parte, solo una parte, de las prácticas corruptas podrían tener origen en esa tradición cuestionable de armar mayorías con la llamada ‘mermelada’ -en el pasado se llamaban auxilios parlamentarios, luego proyectos indicativos y cuotas en la administración- y no por acuerdos de coincidencia política entre las bancadas. Ahora bien, no estoy diciendo que sea negativo que los congresistas incidan en la definición de proyectos de inversión para sus regiones, pero eso debe hacerse de manera transparente y a la luz pública y eso es parte de las prácticas qué hay que cambiar. Pero también un beneficio de este nuevo esquema de relacionamiento, es que las diversas fuerzas políticas y el Congreso como institución, pueden actuar más autónomamente, y tener iniciativas legislativas propias dependiendo de su lectura de las prioridades nacionales.
Todavía está por perfilarse el rol de la oposición -una expresión fundamental en toda democracia- que también es novedoso en nuestra tradición política, donde oposición pareciera ser sinónimo, para unos de subversión y para otros de negativismo a toda iniciativa de Gobierno y no el necesario control político con diferencias políticas, pero igualmente con la posibilidad de coincidencias, incluso Acuerdos en temas de interés Nacional, especialmente en la política exterior, por eso es tan importante la presencia de la oposición en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores y la de seguridad y defensa nacional que apunta a defender los intereses del país y a prevenir o neutralizar las amenazas a los ciudadanos, que garantice que todos puedan tener una convivencia adecuada y respetuosa de los derechos.