En un informe de 1.300 páginas sobre el cambio climático, el panel intergubernamental «prendió» las alarmas y emitió una advertencia para toda la humanidad: cambiamos nuestros hábitos alimenticios o el planeta se acaba. Una de las conclusiones es que debemos comer menos carne y minimizar el desperdicio de comida con miras a reducir la huella humana de carbono.
Las cifras son contundentes. La conservación y destrucción de algunos ecosistemas para dar paso a grandes pastizales y campos, la tala de árboles para obtener madera, entre otros, generaron entre 2007 y 2016 emisiones equivalentes a 15 billones de toneladas de dióxido de carbono por año. Esto abre el debate sobre la implementación de acciones sostenibles y sustentables para una población mundial que se estima cercana a los 10 billones para el año 2050.
Es necesario que reflexionemos. En pocas décadas el cambio será tan brusco que el mundo podría ser ambientalmente inviable. Estamos a tiempo y es posible detener este fenómeno con acciones contundentes en pro de las especies. Hay medidas inmediatas para mitigar el cambio climático, como un plan de choque para sembrar millones de árboles; cambiar la cultura alimenticia; regular todas las drogas y atacar con un cuerpo élite de tarea conjunta en la fuerza pública, las estructuras criminales que hoy controlan la minería ilegal. No solo es urgente, es de vida o muerte que el Gobierno Nacional apropie los fondos necesarios para hacer realidad este plan de choque.
Costa Rica es pionero en políticas ambientales económicamente sostenibles. Por ejemplo, ha fijado como fecha límite el 2021 para prohibir todos los plásticos de un solo uso. Es hora de que Colombia siga su ejemplo y se ponga a tono con la tendencia mundial de garantizar el medio ambiente para las próximas generaciones.