Para nadie es un secreto que unos de los retos más grande para Colombia es el manejo del comercio exterior, este macro sector de la economía es el que está amenazando el crecimiento económico, dotando de inestabilidad y vulnerabilidad a la economía colombiana.
El sector externo y en especial la cuenta corriente debe trasnochar al gobierno, o debería trasnocharlos, porque ya suma un déficit de poco más del 4% del PIB y no tiene tendencia de que la brecha entre exportaciones e importaciones se vaya a reducir, lo cual lo convierte en la principal amenaza para la economía colombiana en el mediano plazo.
La amenaza del abultado déficit de cuenta corriente se traduce en fragilidad y volatilidad de la moneda y se convierte en una presión para que se devalúe el tipo de cambio como ha venido pasado durante el año, y la fragilidad se traduce en que casi cualquier suceso o acontecimiento en el mundo que genere nerviosismo sobre el mercado se traduce en volatilidad sobre el tipo de cambio.
Entonces esta debilidad manifiesta debe o debería ser considerada por el gobierno, porque el riesgo latente en el mediano plazo se podría concretar y traducirse en una hecatombe económica que se pudo evitar. Pero ¿Por qué no se ha reducido el déficit comercial de Colombia?
El déficit en cuenta corriente es consecuencia de que el país importa más de lo que exporta, pero el planteamiento económico tradicional dice que cuando la tasa de cambio se devalúa como ha venido pasando, las exportaciones y en general los productos nacionales ganan competitividad versus su pares importados, y en general frente los productos del resto del mundo, y de esta forma las importaciones suben de precios mientras los productos nacionales bajan de precios, y de esta forma se equilibra el mercado y se elimina el déficit en cuenta corriente. Pero este planteamiento convencional no es lo que está pasando en Colombia ni lo que va a pasar, porque la estructura de nuestro mercado interindustrial y las composiciones de las importaciones, impiden que dicho mecanismo de equilibrio funcione.
En primer lugar abordemos el problema de las exportaciones, porque no son más competitivas si el peso se ha devaluado, primero que todo, nuestras principales exportaciones son productos minero energéticos que a agosto del 2019 representan el 52,97% de las exportaciones y dado las restricciones temporales y dificultades de concreción de inversiones en este sector para aumentar la cantidad exportada, dificulta incrementos en el corto plazo, dejando como única vía para incrementar el valor de las mismas, un aumento en su precio en dólares, pero esto es algo fortuito y ajeno a nuestra voluntad como nación.
¿Y qué pasa con los demás sectores que representan el 47,03% de las exportaciones?, pues bueno estas en teoría se pueden hacer más competitivas con el alza del dólar, pero esto es en teoría, porque la estructura interindustrial de Colombia drena una parte de esta competitividad, en especial para la industria por su gran dependencia de insumos importados, y ese mismo efecto lo perciben el resto de los bienes de la economía que producen con insumos importados.
Esto se debe a que el 77,21% del total las importaciones son utilizadas como insumos (45,76%) o son bienes de capital (31,45%), esto implica que la mayor parte de bienes importados de la economía no se pueden reducir a menos que se sacrifique el crecimiento económico y el normal desempeño de las empresas colombianas, lo más paradójico es que entre más crece la economía mayores son las importaciones, porque la estructura del mercado interindustrial muestra como la mayoría de estos bienes de insumos o de capital no se producen en la cantidad necesaria que demanda la economía o simplemente no se producen.
Pero este fenómeno de los importados les pega a las empresas por igual sin importar si son empresas exportadoras o dedicas a abastecer el mercado local, y es que independientemente del sector de la empresa estas reflejan un incremento de sus costos de producción, lo que es concordante con la información de las encuesta realizadas por la ANIF y los datos del IPP del DANE, pero con este incremento de costos de producción, debería existir un impacto inflacionario vía endosar el costo al precio al consumidor, pero como lo reveló el Banco de la República, inflación no ha habido, esto implica que las empresas han decidido de forma racional no subir precios para no perder competitividad, pero esto implica que el efecto se siente en los márgenes y ganancias de las empresas.
Este panorama es la razón de por qué es tan difícil ajustar la cuenta corriente y por qué los mecanismos de mercado no son capaces de equilibrarla, pero se debe abordar y fomentar las exportaciones no tradicionales y abrir nuevos mercados (en la medida de lo posible menos competitivos y productivos que nosotros), pero también va llegando el momento de desempolvar viejas ideas para controlar las importaciones sin tener que cerrar el mercado, porque mientras el aparato económico e industrial de Colombia tenga una fuerte dependencia a las importaciones, cerrar la brecha y equilibrar la cuenta externa se vuelve una tarea casi imposible.