A pesar de las críticas de un sector ante la “floja” asistencia a las marchas del pasado miércoles 4 de diciembre, el concierto del domingo mostró una realidad diferente. El paro continúa vigente y con su fortaleza intacta. Ahora, ante la falta de interlocución en una reunión entre voceros de las marchas y la Comisión de Paz del Congreso, se planteó que ésta fungiría como mediador con los delegados del presidente para discutir sobre políticas públicas.
No se entiende como aún no hay un acuerdo entre las partes. Pareciera que el Gobierno estuviera haciendo «oídos sordos» ante las peticiones. Por tercera semana consecutiva, la vicepresidente genera rechazo con sus trinos, esta vez afirmando que desde Rusia promueven las protestas.
Las protestas ciudadanas se han extendido a países como Francia, Líbano, Irak, Hong Kong, Ecuador y recientemente India, donde decisiones impopulares son el detonante para desatar una crisis en la que se involucran todos los sectores de la sociedad.
Para Richard Youngs, investigador del Fondo Carnegie para la Paz, “está pasando algo en la relación del ciudadano con el Estado, con el poder público. Observamos una frustración con sus gobiernos, a quienes acusan de no dar respuesta a sus demandas. Y lo observamos tanto en democracias como en regímenes no democráticos. Ese es el nexo de unión entre las protestas”.
Igualmente lo percibe Branko Milanovic, economista del Banco Mundial, quien menciona que no es la desigualdad el detonante, “Lo es sólo en algunos casos. No creo que la desigualdad importe en Argelia, ni siquiera en el Líbano, aunque ambos son muy desiguales. De lo que va es del malestar con la corrupción de las élites”. Y eso es lo que está pasando ahora en nuestro país, la corrupción y el clientelismo tienen carcomidos a Colombia, son un par de lastres, de anclas para el progreso del país. De ahí que la población reaccionó exasperada.
Si el Gobierno está pensando que la solución al malestar e inconformismo ciudadano es el “típico” pacto de élites, repartiendo cuotas de poder, solo logrará «atizar el fuego». El pacto es con la ciudadanía. Señor presidente: salga la calle, dialogue con los ciudadanos, escúchelos, sin libreto, concerte fórmulas de acuerdo y ejecútelas.