A principios de este año, “Global Gender Gap Report 2020” reveló que la equidad de género en el mundo, al ritmo actual de su evolución, tardará 99,5 años en ser alcanzada. Así, la deseada paridad no la veríamos nosotros y, al parecer, tampoco nuestros hijos.
Pero ¿Por qué es importante la equidad de oportunidades entre mujeres y hombres? Es conveniente resaltar que en Colombia el 51,2% de la población (24.708.348) son mujeres y los hombres representamos el 48,8% (23.550.145). Esto quiere decir que un menor porcentaje de la población está tomando decisiones políticas, económicas y sociales, sin un consenso real, sin una participación efectiva de quienes son afectadas en su destino por las determinaciones que se aprueban.
Una mayor participación de las mujeres significa más crecimiento, más competitividad, mayor progreso y, sobre todo, mejor preparación para enfrentar los desafíos de la humanidad. Mencionemos solo tres ejemplos de esos retos. En primer lugar, la crisis climática. La movilización ciudadana mundial la lidera una niña de 16 años. En segundo lugar, la tecnología y el empleo. Antes de dejar su cargo como directora del fondo monetario internacional, Christine Lagarde, dejó un preocupante informe sobre el impacto que tendrán las nuevas tecnologías como la robótica y la inteligencia artificial sobre el mercado laboral, en el que se anticipa una desaparición o transformación en los próximos años de más del 40% de los empleos ocupados hoy por mujeres. En tercer lugar, el envejecimiento acelerado de la población. De aproximadamente 500.000 personas con más de 100 años hoy, para el año 2100, el mundo tendrá 26 millones de personas con más de un siglo de edad. Si tenemos en cuenta que la esperanza de vida de las mujeres es mayor, este también es un reto para la humanidad en el cual las mujeres jugarán un papel determinante.
En Colombia, debemos resolver varios problemas: la violencia contra la mujer, la brecha laboral y salarial, la falta de oportunidades de educación y emprendimiento, las dificultades para la participación política, entre otras. En este campo precisamente, sin duda ha aumentado el porcentaje de mujeres en cargos de poder. Basta citar la elección de la primera alcaldesa mujer de la ciudad de Bogotá. Sin embargo, esto no es suficiente y es necesario incrementar el acceso de la mujer a todos los niveles del poder político.
El estado colombiano y la sociedad en conjunto deben elaborar un plan maestro con metas perentorias de tiempo que hagan realidad una equidad de género real para el país en todos los ámbitos. Una mujer empoderada y dueña de su destino, significa un país más justo, desarrollado y de oportunidades para todos.