¿Ciencia para quiénes?

Opinión Por

El pasado 16 de diciembre el Congreso de la República aprobó de manera unánime la ley que crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Lo que es sin duda un acierto de nación y un acierto del senador Iván Darío Agudelo Zapata.

Mucho se ha hablado de la posible riqueza que este órgano ejecutivo podría traer al país teniendo en cuenta las experiencias que han vivido otros paises en esta materia, donde gracias al desarrollo científico, tecnológico y la innovación, sus productos internos brutos se han incrementado.

Sin embargo, hoy la profunda desconfianza que tienen los colombianos -por obvias razones- en las instituciones, no les deja creer que este esfuerzo por mejorar el diseño estructural del Estado y la gestión del conocimiento vaya a ser efectivo.

Tuve la oportunidad de acompañar el proceso de creación de la ley -que aún espera sanción presidencial-, y durante esta navidad fui testigo de la percepción de muchas personas en varios diálogos que tuve mientras visitaba las capitales del Eje Cafetero y Bogotá. La mayoría siente que existe la opción de poner en primer plano muchas cosas positivas que pueden inspirar otro relato de país.

Es por esto que la creación e implementación de este Ministerio debe ser un vínculo positivo con la sociedad, con el buen hacer del deber político y el nuevo tiempo donde la inteligencia se gestiona de manera colectiva. Aquí algunas reflexiones para que este logro no se esfume en el pantano de la polarización y más bien sea la gran posibilidad de abrir un diálogo nacional que se alimente de todos los sectores, sin excluir y auto excluirse, porque lo que sí está claro es que ya es muy valioso el simple hecho de que la palabra ‘ciencia’ haga parte del vocablo popular, del imaginario colectivo.

Por ello, uno de los desafíos será entender cómo transformar lo etéreas y gaseosas que a veces resultan las leyes para los colombianos en mecanismos concretos, eso sí, empoderando a la sociedad para que la ciencia haga parte de su cotidianidad:

-La construcción de una cultura científica popular debe ser producto del diálogo y la apropiación, de tal forma que se genere un tejido que empodere a los colombianos del común en torno a la ciencia. Existen conocimientos ancestrales que de ser incorporados al sistema harán que la vision sea cosmogónica. Y ojo que no estoy hablando de ornamentalismos.

-Es necesario que los contenidos científicos sean protagonistas principales de la ciencia, la tecnología y la innovación que se produce en las regiones. Por ello hay que fortalecer la televisión pública regional y nacional, que ha visto amenazados sus recursos tras la imninente desaparición del FONTV con el Proyecto de Ley de Convergencia que, como lo anunció la Ministra TIC, será nuevamente presentado en este período legislativo. Las narrativas transmedia deben ser entendidas como tal y dentro de un sistema de comunicación convergente, pero que no desfinancie sino que fortalezca, democratice y sobre todo construya un Proyecto de identidad nacional, ojalá anclado a la ciencia.

-En Colombia hay más plazas de toros que planetarios y este es un claro síntoma de lo alejados que estamos de una cultura científica. Los primeros son escenarios que actualmente gran parte de la sociedad reclama como obsoletos, y los segundos resultan una necesidad imperante, sobretodo con el resurgir de disciplinas como la astronomía en la ciudadanía del común.

Miren solo este ejemplo: en Bogotá el único dispositivo público que hay para que los niños se acerquen a la cultura científica es el Planetario Distrital. Si analizamos la población de niños de la ciudad, cercana a los 3 millones, frente al número de infantes de la misma ciudad que pueden asistir a este espacio anualmente, unos 200 mil, vamos a encontrar un déficit enorme ¿Será que es momento de reemplazar planetarios por plazas de toros?

-Según las cifras más recientes del SIB Colombia, el país tiene sistematizadas 62.829 especies de flora y fauna. Es la oportunidad para que una de las bases del Ministerio CTI sea la biodiversidad. Incluso ir más allá, ver el link o el ‘match’ entre esto y la economía creativa. La economía creativa ha demostrado ser un importante impulsor de desarrollo en diversos países. Colombia no debería ser la excepción, puede encontrar en la Bioriginalidad un motor para producir bienes y servicios creativos con ciencia, tecnología e innovación.

-Si bien el Ministerio CTI potenciará la inversión en investigación, becas de estudio, infraestructura, negocios transnacionales -que posiblemente habrá que revisar con lupa-, hay que ‘poner el dedo en la yaga’, porque lo que requiere el país es una pedagogía científica que promueva la creatividad de miles de niños y jóvenes, una auténtica transformación en la forma como estimulamos la capacidad de un país en el que el 52,3% de la población es menor de 30 años.

El reto es que haya CIENCIA PARA COLOMBIA, sin distinción alguna, que exista acceso para superar el abandono y la elitización misma de la ciencia, porque si esta nación quiere ser una potencia, es el momento de que la ciencia sea la que tienda los puentes de la equidad.

 

Comunicador Social, ex-candidato a la Cámara de Representantes por Bogotá, creador del Liberalismo Ambiental, el Liberalismo Creativo y Liberalismo Científico, cofundador de la Plataforma Ciudadana Creatividad para Colombia. www.andresguzman.co