Es preocupante que en América Latina se presenten instituciones estatales débiles y que el Estado no tenga el control del territorio.
De igual forma se presenta una desigualdad regional y un centralismo del poder desde la capital del país.
El Estado se ha alejado de sus gobernados en particular de las personas vulnerables, permitiendo así el surgimiento de estructuras criminales que se disputan el control de los territorios para imponer su ley ante la indiferencia estatal.
Al parecer la región y en particular Colombia no ha dejado atrás las estructuras feudalistas, y continua imponiéndose la obediencia a un orden fundado en la dominación, es así como surgen las casas políticas, o donde impera la ley del más fuerte controlando las costumbres y la vida de la sociedad.
Lo peor es que cuando las regiones no son importantes desde el punto de vista económico, se les lanza al olvido, pues ni la opinión pública las conoce.
La confianza, la cultura y la cohesión social se han ido desdibujando dependiendo de las nuevas circunstancias que la globalización económica y cultural impone o de los avances de la modernización, o de las migraciones.
Si bien es cierto que la cultura o la historia de algunos países latinoamericanos los une, también el grado de desarrollo, las culturas fragmentadas a causa de las migraciones y las circunstancias particulares de cada uno de ellos los separan.
La pérdida de confianza en los líderes, el alejamiento de los gobernantes con sus gobernados, la crisis de los partidos políticos hacen que las democracias se fragilicen y que las sociedades pierdan la esencia de los valores y de la solidaridad de manera permanente.
Si bien la familia sigue siendo la columna vertebral del Estado, esta se ha debilitado debido a la exigencia de la escuela sobre ella. La diferencia de clases que impone la vida moderna, el abandono del campo y la sobrepoblación en las ciudades, el acceso a nuevos esquemas de educación y de consumo, la transforman de manera importante.
La cultura no puede desdibujarse ni perderse porque es un sello de identidad que nos permite avanzar a través de ella, por ello es importante trabajar en un contexto público que refleje la unión de la sociedad heterogénea.
En el mundo de hoy existen varios actores distintos a los Estados que son parte de la toma de decisiones para el funcionamiento de una democracia, ninguno de ellos puede ser callado o ser indiferente ante los problemas de un país, por ello es importante que exista la cohesión social y un Estado fuerte para que ejerza la autoridad en toda la geografía del país, más aún dentro del contexto de la globalización.
Requerimos de una integración regional ante la nueva reorganización internacional en el que China, Rusia e India comienzan a configurarse como actores más empoderados. Las diferencias de poderes de los distintos Estados Nacionales como al interior de un mismo Estado, debilita la cohesión social y llama a los populismos que es una manera de fracturar la democracia y de conducirnos a la dictadura.
Debemos de trabajar para reducir la inequidad social y para que todos puedan ejercer sus derechos por igual, de ahí que la confianza es la herramienta importante para la convivencia y para el proceso de reformas políticas que se requieren.
Crear confianza es generar certeza. Es tejer vínculos de solidaridad entre todas las comunidades que se encuentren en un Estado para la crear la cohesión social.
La solidaridad entonces es una herramienta importante para la participación social y una manera para resolver las dificultades que los grupos sociales enfrentan con unos objetivos precisos.
Por ello urge políticas públicas que le permitan a los connacionales tener claridad de su normatividad, de sus limitaciones, de sus derechos y de sus compromisos como ciudadanos para con la familia, la sociedad y el país.
La sociedad debe sentir que el Estado es generador de confianza, de seriedad y que es capaz de solucionar en justicia todas las distintas problemáticas que en diversos órdenes se presentan, facilitando la convivencia, la integración y el respeto de los derechos de todo el conglomerado.
Por ello, ante la debilidad del Estado que presenta Colombia y la pérdida de confianza debido a la corrupción y al debilitamiento de la justicia, urge que los colombianos aprendan que el voto es la herramienta más importante para el fortalecimiento de la democracia y un arma de negociación que empodera a aquel que lo utiliza de manera correcta pensando en el bien común.