El desastre ambiental que se esta viviendo en Barrancabermeja en estos momentos es por mucho la calamidad ambiental más grande que Colombia ha visto en su historia, hemos visto como la sangre de la tierra brota sin control para envenenar toda forma de vida que se encuentre en el radio de la contaminación que se extiende a lo largo de río Sogamoso y amenaza con seguir esparciendo la sombra negra de muerte. Por eso es necesario que una vez haya pasado la amenaza y se haya logrado controlar la emergencia ambiental, las autoridades judiciales esclarezcan la responsabilidad de Ecopetrol y su directiva tanto regional como nacional, y el porque el Ministerio de Minas y el Ministerio de Ambiente fueron incapaces de detectar este riesgo y mitigarlo antes de tener una emergencia de esta magnitud.
Pero lo realmente importante que debería evaluar con cabeza fría, después de solucionar la emergencia, es si el camino de desarrollo económico que escogimos como nación es el correcto y es coherente con nuestra realidad ecológica, esa es la pregunta realmente importante y de su respuesta dependerá nuestro futuro como nación; respuesta que no es tan simple como la acción demagógica de un político en campaña.
Lo cierto es que en si misma es la pregunta mas compleja que se puede realizar, debido a que Colombia es una economía minero-energética dependiente al precio del crudo como lo es Brasil o Egipto, cualquiera que diga lo contrario o no vive en Colombia, o no sabe de economía o simplemente esta mintiendo de una forma descarada.
La dependencia de la economía colombiana al petróleo y la minería radica en el peso de los mismos dentro de nuestras exportaciones, según el DANE para el 2017 el petróleo y derivados representan el 35% de las exportaciones del país cifra que aumenta al 54% si le sumamos las exportaciones de carbón (sin contar el resto de productos asociados a la minería), es decir que las divisas que llegan al país depende estrechamente del precio de ambos bienes.
Cuando los precios del petróleo cayeron la tasa de cambio paso de 1800 a los 3000 pesos por dólar, pero esta relación tiene otro efecto y es que es la principal fuente de recursos para obtener dólares con los cuales se pagan las importaciones (que en un 80% son materias primas y bienes de capital, y un 20% de bienes de consumo) fue el incremento de la inflación en los últimos años pues al ser mas costosos los insumos para las empresas ellas se ven obligados a subir los precios para no quebrarse, más el incremento de los bienes de consumo importados. Adicionalmente, está la dependencia del gasto público a los ingresos petroleros y las rentas de la minería, es decir, de los impuestos y regalías que pagan estos sectores es de donde el gobierno nacional y departamentales sacan recursos para pagar sus gastos de funcionamiento e inversión.
Si Colombia no entró en crisis económica en ese periodo de bajos precios de los productos minero energéticos como si fue el caso de Brasil o Venezuela fue porque este sector pesa alrededor del 7% u 8% de la economía, lo que permitió que el resto de sectores mantuvieran a flote la economía mientras este se desplomó, junto a la decisión del gobierno de no contraer el gasto público aun cuando tenia menos ingresos, al contrario decidió incrementarlo para sacar delante de la economía y alegar el fantasma de crisis, pero este mayor gasto tuvo la consecuencia de incrementar la deuda publica a niveles realmente altos y que obligo a la pasada reforma tributaria, acciones que si no se hubieran tomados el costo en empleos e incremento de la pobreza producto de la recesión hubieran sido inimaginables.
Además de la dependencia económica esta el lado ambiental, es decir, el daño que estas actividades extractivas generan sobre el aire, la tierra y aun mas grave el agua, un daño que puede llegar a ser irreparable y traer graves consecuencias para la salud pública y la capacidad de desarrollo de las comunidades locales al limitar el desarrollo de otros sectores como la agricultura, producto de la contaminación del agua, daño que se agrava si suceden emergencias y accidentes como el que se vive en Santander en estos momentos.
Entonces qué debemos privilegiar: petróleo o agua?, ¿Cómo impulsar la economía? Preguntas complejas y mas cuando no hay una respuesta absoluta, aunque en los mas profundo de mi ser quisiera decir que logremos dejar de explotar petróleo y no tener una economía tan destructiva con el medio ambiente, lamentablemente como economista tengo que reconocer que es un imposible en el corto plazo, pero si empieza a usar los recursos de las regalías adecuadamente y se crea una política pública encaminada a la sustitución y el desarrollo de la economía no minero-energética es posible en el mediano plazo.
Cualquier planteamiento absoluto como eliminar la producción de petróleo y minerales o de mantener e impulsar más este sector, es por sí misma una acción irresponsable con Colombia, la primera porque desconoce la importancia del sector minero-energético en la economía colombiana en el presente y por ende sacrificar este sector implica generar pobreza y desempleo; mientras que la segunda desconoce la realidad del daño ambiental que estas prácticas extractivas generan junto con el hecho de que son recursos finitos y agotables que si se explotan de forma descontrolada el daño ambiental es irreparable y compromete el futuro de los colombianos y el desarrollo de las demás alternativas.
Entonces lo que el nuevo gobierno debe plantear es el cómo usar las regalías, es decir usar estos recurso no para incentivar estos sectores sino para financiar el desarrollo de la agricultura, la industria y el turismo como alternativas de desarrollo; que nos permita exportar otro tipo de bienes que nos generen nuevas divisas y depender menos del sector extractivo; entre más tiempo nos demoremos en desarrollar otros sectores, cada vez será más difícil despegarnos de este modelo depredador del medio ambiente.
Esto implica una política de fomento industrial, de fomento a la agricultura financiada con un mecanismo de transferencias cruzadas, financiada con las regalías y rentas del sector minero-energético, pero manteniendo la exploración y producción de crudo y carbón los siguientes años, porque de lo contrario no tendríamos los recursos para financiar el nuevo modelo de desarrollo más amigable con el planeta y las comunidades; una apuesta compleja que requiere de toda la voluntad política para realizarla, pero extremadamente necesaria, y que entre más tiempo nos tome ponerla en acción, peor será el daño y costo ambiental que se tendrá que afrontar.