El crecimiento explosivo de la capital y de sus zonas aledañas en los últimos años, está acrecentando las problemáticas de hacinamiento, mala planeación, delincuencia.
Esta migración no solo se debe a la violencia que se vive en los territorios, sino también al centralismo y al sistema político nacional que concentra la toma de decisiones y acciones en el gobierno central. Esta condición lleva a considerar a la capital como el sueño dorado.
Lo anterior, trae nefastas consecuencias para los territorios y el país en general, ya que se abandonan los campos, se concentra la mayor parte de la población en la capital y en las grandes ciudades, que colapsan porque no tienen respuestas laborales para todos los que llegan.
Según algunos expertos, la forma en la que se construye hoy, no solo contribuye a la pésima planificación que se tiene, sino que repercute también, psicológicamente en las personas, y por ende en sus actuaciones, violentas o no.
Hoy en día, se urbaniza en espacios pequeños que reduce zonas sociales y de convivencia en general, lo que afecta negativamente el comportamiento social en general, por tener una incidencia en la parte emocional y psicológica de la colectividad.
Por ello, algunos consideran que se deben poner límites al crecimiento horizontal, recuperar áreas verdes, bosques y zonas de recarga.
La planeación de las metrópolis es importante, y se hace necesario desarrollar segundas urbes alrededor de las principales ciudades del país, y en particular de la capital, como lo hicieron en su momento países como Francia.
De igual forma, el fortalecimiento de los territorios es vital para el desarrollo del país, y traería fuentes de trabajo, y otras alternativas para las comunidades. Urge una mayor descentralización de los territorios. La democracia se debe construir de abajo hacia arriba y no al contrario.
Es importante tener una buena planificación, evitar las construcciones invasivas y aquellas que piensan, no solo en la calidad de vida de las personas, sino en hacer negocios y en inducir a la gente a adquirir proyectos de vivienda que parecen más conejeras que residencias dignas.
¿Cómo hacer que las ciudades sean más habitables para las personas, y haya lugar para la zona verde, los lagos, los bosques? ¿Cómo crear espacios públicos inclusivos y accesibles para todos?
Espacios públicos de esa clase proporcionan interacción social, maneras de combatir la contaminación, de estar en contacto con la naturaleza, de luchar contra el estrés, y a la vez brindan recreación, y generan un sentido de pertenencia, característica que tanto nos falta.
Esta clase de espacios públicos son fundamentales para toda clase de convivencia, pero en particular para aquellas colectividades de bajo recursos, ya que le brindan una oportunidad para socializar entre ellos.
Ante la corrupción y la falta de una política pública seria para contener no solo la contaminación medio ambiental, y realizar una verdadera planificación, es importante que las ciudades y en particular Bogotá, den un salto creando entornos de vida sostenible, y permita el desarrollo de segundas ciudades, de tal manera que no convirtamos la sabana de Bogotá en bloques de cemento y ladrillo.
Debemos concientizarnos de la importancia de tener ciudades verdes, con políticas serias de cuidado del medio ambiente y de las especies que se encuentran en nuestros bosques y parques naturales, así como de la biodiversidad que se encuentra en nuestras selvas, paramos y demás geografía del país.
Es hora de ponernos serios en distintas políticas integrales, desde sacar de circulación a todo vehículo contaminante, reducir el consumo de energía, de generar energía alternativa y verde para ir reemplazando la gasolina, hasta crear focos de desarrollo, instaurando una verdadera planeación en cada rincón del país, el cual debe contar con todos los servicios públicos, para una mejor calidad de vida. Debemos apuntar como lo hizo Copenhague, la ciudad que está en la vía de ser considerada “la primera capital neutra en emisiones de carbono.”
Todo ello requiere de una política pública integral en la que participen varios ministerios y entes territoriales a la vez, pues no podemos olvidar lo que algunos denominan ”el ordenamiento ecológico territorial como el instrumento de política ambiental cuyo objetivo se dirige a regular los asentamientos humanos y las actividades productivas acordes a la vocación de los usos del suelo para lograr la protección del medio ambiente y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales”[1].
(*) Exdiplomática
[1] Vanguardia, LUEGE TAMARGO José Luis,“Ordenamiento urbano y descentralización”,lunes 31 de diciebre 2018.