Los peores mercenarios son los ideológicos que atentan contra sus países, afectando a sus connacionales, estando al servicio de gobiernos foráneos que les dan dinero…de esa calaña es Petro y sus cómplices.
A mediados del pasado septiembre Petro viajó a Cuba –acompañado de su esposa- con boletos aéreos pagados por el gobierno cubano, régimen que también cubrió todos los gastos durante su estancia en la Isla, hospedándolos en la Casa de Protocolo del exclusivo barrio habanero El Laguito.
Ese viaje de Petro tuvo la fachada de una invitación del Parlamento Cubano, para estrechar lazos de amistad. Fue la única manera de que pudiera viajar, con autorización del Congreso. Justificaron la visita publicando los medios cubanos par de fotos de Petro siendo recibido por Ana María Mari Machado, la Vicepresidenta del Parlamento de Cuba, con la que también aparece posando en la reunión que tuvieron en la sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Lo que de ahí Petro salió para la Casa de El Laguito, donde hospedan a personalidades políticas que necesitan atender con la discreción de la que no se dispone en hoteles, como el Nacional, donde sí hospedan a los políticos que pueden exponerse durante sus visitas a Cuba.
En la Casa de El Laguito es donde “vivieron” los de la FARC y “viven” los del ELN. Amplio complejo súper custodiado por la Seguridad del Estado cubana. Ahí recibió a Petro, su viejo amigo Iván Mora Godoy –anterior embajador de Cuba en Bogotá- quien lo puso en manos de funcionarios del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista, que le compartirían “opiniones” sobre cómo poder aplicar en Colombia la “exitosa” Batalla de Ideas con la que Cuba lavó cerebros a los millones de jóvenes que movilizaban en marchas que culminaban en mítines.
Los “consejos” a Petro fueron; promover marchas, vinculando a estudiantes, docentes, sindicatos –o vincularse a éstas, apoyándolas- movilizaciones que deberían ser sistemáticas, constantes, en pos de dañarle la gobernabilidad a Duque, dandole a Petro visibilidad como un “comprometido y gran líder” generador de procesos que fortalezcan a la izquierda colombiana de cara a las próximas elecciones regionales y que luego lo catapulten al logro de la anhelada Presidencia, ansía de él, y ávido objetivo estratégico de una Cuba tan necesitada de los recursos que ya casi no puede sacarle a Venezuela, país al que le han prometido alimentación y oxigeno económico si logran que Petro corone en Colombia. (Mis fuentes son cubanos de bien que trabajan en la Casa de El Laguito, a quienes tengo que mantener anónimos porque sufrirían prisión, torturas, entre otras represalias)
Durante el funeral de Hugo Chávez, marzo del 2013, en Caracas, Petro conoció a Pedro Carreño, con quien luego se vio en el 2017, meses antes de empezar su campaña presidencial –cuando estuvo nuevamente en Venezuela, reunido con Maduro y Cabello, pidiéndoles dinero para financiar la campaña- el reencuentro con Pedro Carreño fue en el edificio de la Asamblea Nacional. (Así me informaron amigos que trabajan en TeleSur y que durante años fueron compañeros míos en la TV Cubana). Pedro Carreño es el diputado venezolano, chavista, que el año pasado dijo en televisión que “Colombia sería el teatro de guerra donde Venezuela nos atacara con sus aviones Sukhoi, partiéndonos el país”.
Petro hizo silencio, cómplice, igual Iván Cepeda y sus demás aliados de izquierda. Al principio se pudo pensar que no respondieron a esa amenaza por no dañar sus afectos bolivarianos. Hasta que Petro mostró sus verdaderas intenciones: facilitar un ataque aéreo venezolano, manifestándose contra el gobierno Duque por disponerse a comprarle armas antiaéreas al estado de Israel –Colombia carece de defensa antiaérea porque las guerrillas jamás han tenido aviones-; Petro se aprovechó de los estudiantes que reclaman aumentos de presupuesto para las universidades, incitándoles a que exijan al gobierno que el dinero para la compra del armamento antiaéreo engrosara el presupuesto de educación, buscando presionar para que el actual gobierno no blinde al país ante un eventual golpe aéreo venezolano; es decir, Petro trata de facilitarle a Venezuela que pueda bombardear a Colombia.
Volviendo a la Habana, les cuento más, cuando estaban a punto de finalizar las negociaciones FARC-Santos, Petro fue a visitar a Timochenko. Viajó acompañado por Jorge Enrique Rojas (fue el secretario privado durante su alcaldía en Bogotá, luego secretario de integración social, y sigue siendo su mano derecha política) Aquella vez también Iván Mora Godoy facilitó su reunión con la comandancia de las FARC, y en la Casa de El Laguito. Petro les propuso aliarse de cara a las elecciones parlamentarias y presidenciales. Como una muestra de buena voluntad, más bien “lambonería”, Jorge Enrique Rojas ofreció escribir un libro sobre Timochenko –un regalo de él, de Petro, de la Colombia Humana-; pues sepan que ese libro lo escribió Jorge Enrique Rojas, y aunque fue editado en Bogotá, lo imprimieron en Cuba por encargo de la Editora Abril de la Unión de Jóvenes Comunistas, la impresión se hizo en los talleres de la empresa habanera Federico Engels, gratuitamente, aunque el régimen venezolano había dado el dinero para financiar la producción del libro. ¿Quién se cogió el dinero: Petro o Cuba? Hasta ahí no me pudieron precisar los amigos que me contaron, quienes fueron mis colegas en la Agencia Publicitaría Avante de la Editora Abril, donde fui subdirector creativo a finales de los años 90.
A propósito de aquella Agencia Avante, me encontré en Bogotá, en la Plaza de Lourdes, con Silvio Martínez, quien fuera mí jefe en Avante, confesándome que había llegado desde Venezuela, cruzando por Cúcuta, junto con otros asesores cubanos, con el encargo de ayudar a Petro replicando la “Batalla de Ideas” en la campaña presidencial petrista, orientado la propaganda política y la realización de mítines y espectáculos como el que hicieron en la Plaza de Lourdes, celebrándole el cumpleaño a Petro mientras él debatía con Duque en RCNTV. Silvio andaba con Jorge Enrique Rojas. Espectáculos que casi seguro financiaron con plata venezolana, porque el aporte cubano jamás fue de dinero, no tienen para eso, Cuba recauda dólares pero no gasta afuera de la Isla. Oportunamente les informé a oficiales de la DIJIN.
Otra muestra de la intromisión cubana en Colombia, apoyando a Petro, fue cuando infiltraron al agente del G2, Raúl Gutiérrez, cubano que supuestamente haría un atentado a Petro durante su campaña presidencial. Tras la confesión del terrorista cubano a Vicky Dávila en la W, Petro armó escándalo, victimizándose, y después de perder las elecciones no dijo más nada. Silencio total, mientras el régimen cubano intenta que Colombia les extradite a Raúl, se lo devuelvan a Cuba, buscando que no quede preso aquí ni lo envíen a USA por petición del FBI, alegándose que es ciudadano cubano, no colombiano ni estadounidense. Destaco que Raúl Gutiérrez también confesó en la W que además de “atentar” contra Petro, tenía el encargo de asesinarme a mí. ¿Y por qué yo? Soy una voz muy molesta porque he estado denunciando las complicidades de Cuba con Petro en sus intentos por destruir la democracia colombiana. Así lo manifesté no sólo a la DIJIN, también a la prensa internacional: Univisión, TeleMundo, TV Martí.
Muchos amigos me han reiterado sus preocupaciones por mí vida, temiendo que vuelvan a pretender atentar contra mí. Agradezco la solidaridad de tantos colombianos de bien; pero uno se va de esta vida sólo cuando decida Dios…a quien juré lealtad a la Colombia que me adoptó como un hijo hace ya diez años. Sufrí el Socialismo en Cuba durante 42 años, y me esforzaré en evitar que ese cáncer comunista se tome Colombia, importado desde Cuba y Venezuela, facilitado por Petro y sus compinches mercenarios.