En buena hora esta semana la Universidad Jorge Tadeo Lozano, encabezada por sus directivas y en coordinación con su familia, realizó un merecido homenaje a Diego Uribe Vargas, con lo cual se reconoce, cuando aún está vivo el personaje, la importante contribución que hizo este destacado hombre público colombiano.
He tenido el grato honor de conocerlo como colega en su calidad de Profesor en la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional -su otra casa de estudios-, donde no sólo compartimos la cátedra, sino además generosamente él me honró con su amistad y con sus opiniones y comentarios acerca de la vida nacional. Diego Uribe reunió esa triple faceta, no siempre fácil, de ser un gran académico, un estadista y un dirigente político.
Como académico sin duda son fundamentales sus aportes en tres campos, los estudios constitucionales sobre los que escribió importantes libros que seguimos usando como material de estudio en varias cátedras, de los que quiero destacar “Evolución Política y Constitucional de Colombia” y “La Constitución de 1991 y el Ideario Liberal”; su trabajo en el campo de los derechos humanos, siendo uno de los pioneros de las tesis de derechos humanos de tercera generación y su contribución a los estudios de la paz, sobre lo cual no solo publicó obras tan importantes como «La Paz es una Tregua«, y su valiosa contribución como Constituyente en 1991 en la incorporación en la Carta Constitucional del artículo 22 que dice “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, sino obras como ”El Derecho a la Paz”. Profesor Emérito de la Universidad Nacional, igualmente fue el fundador de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y profesor invitado de múltiples universidades europeas, latinoamericanas y asiáticas.
Como estadista ha ocupado valiosos cargos como Diplomático en ámbitos temas diversos, pero quiero destacar su papel al frente de la Cancillería Colombiana durante el Gobierno de Julio César Turbay y en que jugó un papel valioso, poco destacado y reconocido, como orientador de la salida concertada a un hecho de violencia particularmente complejo, como lo fue la toma de la embajada de República Dominicana por un comando del Movimiento M-19, con más de catorce embajadores y otros tantos cónsules como rehenes, que finalmente se resolvió por la vía negociada, luego de más de dos meses de conversaciones entre delegados del Gobierno y del comando guerrillero, en la camioneta adecuada frente a la sede de la delegación diplomática. Adicionalmente, bajo su gestión, como lo recordó la señora Canciller en su homenaje, fue el orientador de las conversaciones con Venezuela para buscar la delimitación de las aguas marinas y submarinas que concluyó en la llamada ‘Hipótesis de Caraballeda’ que desafortunadamente no fue aceptada finalmente por el gobierno venezolano.
Como político ha sido Diputado, Representante a la Cámara y Senador, por su partido Liberal y por la circunscripción de Cundinamarca.
Pero por sobre todo, Diego Uribe ha sido un convencido de la importancia de la paz y de los derechos humanos y un educador y con su esposa Emma Gaviria –ella en su extraordinario trabajo en el Colegio San Patricio- formaron una pareja de educadores, con un espíritu liberal hacia la formación de las nuevas generaciones.