“A mí la paz territorial me suena como a paz real, en los lugares donde la gente vive cotidianamente. No solo ausencia de guerra en términos tradicionales, sino también, ausencia de violencia y de discriminación”, respondió Matías, un joven argentino activista por la paz.
Para Cecilia, joven activista por la paz en Argentina, la paz territorial se parece más a la armonía en el territorio, la ausencia de guerras internas y externas, a un territorio pacífico. Mientras, que Monserrat de México “asocia la paz a territorios específicos”. Estos tres jóvenes y su servidora, tenemos en común hacer parte de una red latinoamericana de jóvenes “Jóvenes por la paz”, que compartimos experiencias e ideas para la construcción de paz mediante diálogos que buscan descolonizar los saberes.
Miradas académicas sobre paz territorial en Colombia
Cuanto más conozco la Colombia Rural, más me sorprende que se tenga que teorizar y abogar a la investigación académica para sustentar algo que es evidente para miles de colombianos: La paz tiene que construirse desde los territorios para ser estable y duradera.
El maestro Alejandro Reyes, de quien disfruto leer sus reflexiones sobre ruralidad y que participó como parte del equipo negociador durante los Diálogos de Paz que tuvieron lugar en La Habana, Cuba, elaboró una obra que ha influenciado profundamente mi manera de entender la naturaleza del conflicto armado colombiano, titulada “La Reforma Rural para la paz”.
En la que plantea las bases para la construcción de una paz territorial. Para Reyes, la construcción de una paz estable y duradera en Colombia invita al cambio de paradigma sobre el desarrollo rural, focalizando los programas en los territorios, mediante la concertación entre los productores rurales, agencias gubernamentales, entidades locales y regionales, coordinando esfuerzos y competencias del nivel central, regional y local.
En el Acuerdo Final, la Paz Territorial es entendida como una forma de gobernanza territorial que permite el despliegue de procesos y transformaciones territoriales, obstaculizadas por las dinámicas de la guerra (Heriberto Cairo, Jerónimo Ríos, 2018). Comprender el territorio con relación a la construcción de paz facilita la transformación de las tradicionales decisiones verticales y formales en la conducción política del territorio transitando hacia construcciones y formas democráticas desde abajo en el país (Fajardo, 2015).
Los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial como hito para la consolidación de una paz territorial
Las dinámicas del conflicto, los actores e intereses varían de manera diametral de un territorio a otro, aun en el mismo departamento, si recordamos que somos un país con rica diversidad biocultural, traducida en nueva variada biodiversidad y de lenguas a lo largo y ancho del país, no nos sorprenderá la variada naturaleza de nuestros conflictos socioambientales, no porque la diversidad sea motivo de violencia en sí mismo, sino porque nuestra respuesta histórica a lo distinto ha sido acudir al uso de la violencia, la exclusión y de su legitimación.
Una de las principales premisas del Gobierno Nacional vigente para dilatar la implementación de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) ha sido la perpetuación de la creencia de que las comunidades no saben lo que quieren para resolver sus problemas cotidianos, no obstante, la crítica que los movimientos sociales han dado al Gobierno es que nadie comprende mejor que las comunidades sus problemas cotidianos, pues son ellos quienes los padecen a diario.
Sin embargo, si se hace la pregunta ¿Los problemas de qué sectores de la sociedad se busca resolver con los recursos que existen en los territorios? Ahí es perfectamente coherente y comprensible, aunque no son justificables desde una perspectiva de justicia social, las estrategias que el Gobierno Nacional pone en marcha para guiar el rumbo de los territorios.
Una de las mayores preocupaciones de los defensores de los Acuerdos de Paz durante los días de pandemia ha sido que el Gobierno Nacional está aprovechando la contingencia para dilatar la implementación de los Acuerdos y reasignar el presupuesto disponible. Pareciera que el Gobierno Nacional olvida que la garantía de los derechos fundamentales a los territorios más olvidados por el Estado Colombiano es un mandato constitucional.
Los territorios son hogar de personas significativamente reflexivas sobre su porvenir
La paz no debería ser una cuestión etérea, ni una abstracción, ni compleja de teorizar. A mi modo de ver, la paz debe servir a los territorios, a sus dinámicas, en este sentido no existen recetas, ni una única manera de construir paz, sino que existen infinitas puertas de entrada, desde el arte, desde la soberanía alimentaria, desde la creatividad, desde la conservación de los ecosistemas, etc.
De este modo, la paz se convierte en una experiencia sobre la cuál las personas tenemos la capacidad de reflexionar en nuestra cotidianidad, indiferentemente de cuantos diplomas y reconocimientos académicos tengamos, sin desconocer los valiosos aportes que la academia a ofrecido al mundo para comprender la construcción de paz como objeto de estudio que debe ser priorizado en las agendas políticas de todo el mundo.
En su capacidad de reflexión, de crear su propia verdad sobre lo real y lo bello, a su manera, todos y cada uno de los territorios colombianos son el hogar de personas que tienen la capacidad de soñar y visionar realidades distintas posibles, en las cuáles el gobierno del presidente Duque tiene una oportunidad nunca antes vista de pasar a la historia como el hombre que consolidó la paz en Colombia desde los territorios.