Para entrar en la onda del final del año habría que dedicar la última columna de este 2017 a hacer pronósticos y proyecciones de lo que puede suceder el próximo año y, por ejemplo, tratar de responder una de la preguntas más frecuentes al respecto: ¿qué va a pasar con el dólar en el 2018?
Sin embargo, la capacidad de equivocarse de los economistas es casi infinita porque como decía el nobel de física Niels Bohr, hacer predicciones es muy difícil, sobre todo cuando se trata del futuro. Por eso, muchos economistas se dedican mejor a hacer proyecciones del pasado; y hasta en eso a veces se equivocan.
Por lo tanto para responder a la pregunta sobre el futuro del dólar, puede resultar más útil analizar el comportamiento de la tasa de cambio en los últimos doce meses. Y es muy extraño. La TRM terminó el año en $2.984, es decir casi el mismo precio de los $3.000 con que cerró el 2016, pero a lo largo del año estuvo subiendo y bajando como un yo-yo moviéndose entre $2.850 y $3.090.
Son dos los principales factores que se aducen para tratar de explicar las fluctuaciones de corto plazo de la TRM. Uno, el precio del petróleo que cuando sube, la baja, y viceversa; el otro, los flujos de entrada y salida de capitales influidos por el diferencial entre las tasas de interés domésticas e internacionales.
Aunque en el 2017 hubo eventos en los cuales la TRM respondió de manera muy directa a estos factores, en el conjunto de los doce meses la conexión es débil. Por ejemplo, el coeficiente de correlación entre el precio del petróleo Brent y la TRM fue solo 0,05, y mientras en el año el primero aumentó casi 20%, el precio del dólar se mantuvo constante. Tal vez es la influencia de los llamados “fundamentales económicos”, es decir el saldo en rojo de nuestra balanza de pagos.
Lo más extraño fue lo sucedido en las últimas semanas del año, con tres noticias que van a hacer más atractivas las inversiones en Estados Unidos que en Colombia. Según la teoría, estos hechos deberían generar una menor entrada de capitales al país, e incluso una salida de capitales golondrina, y por lo tanto han debido disparar el precio del dólar muy por encima de $3.100.
El Banco Central del Estados Unidos subió sus tasas de interés y la TRM bajó; Trump logró aprobar la más regresiva reforma de impuestos, por lo cual los analistas predijeron que muchos capitales retornarían a Estados Unidos, y el precio del dólar siguió bajando. A Colombia le bajaron la calificación de riesgo que tanto miran los inversionistas internacionales, y la dejaron a un paso de perder el nivel de inversión, pero la TRM no subió.
En conclusión, no hay teoría ni modelo matemático que permita pronosticar con un mínimo grado de certeza la tasa de cambio. Un mejor método para adivinarlo sigue siendo tirar una moneda al aire: si cae cara es que va a subir y si es sello debe bajar. Así por lo menos se tiene una probabilidad de acertar del 50%.
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ADENDA: Que en el nuevo año el silencio de las armas sea un canto de reconciliación y esperanza para avanzar en el camino de la Paz. Son mis deseos para todos mis pacientes lectores.