El doctor Horacio Serpa Uribe fue un político liberal de antigua cuna, de larga vida, de plena convicción y de magna filosofía. Líder natural de una colectividad que otrora representaba los valores democráticos de Colombia, así como el pluralismo, la defensa y la protección de los menos favorecidos. Su trasegar en lo público estuvo marcado por la defensa del bien común, de los más débiles, de los desoídos y de los excluidos en un país inmerso en la intolerancia, el sectarismo y la polarización. El legado del doctor Serpa nos invita a debatir, deliberar, discutir y polemizar nuestras ideas con ahínco y vehemencia, sin migrar dicho furor a la esfera personal.
Fue así como Horacio Serpa nos recomendó convivir en el conglomerado social de manera pacífica- sumergidos en múltiples diferencias- rehusando al exabrupto irracional de convertirnos en enemigos. Serpa nos enseñó a concebir al adversario no como un enemigo, sino como un contradictor digno de rebatir y confrontar a fin de aprender del mismo. Ello de suyo ha sido una invitación a ejercer, pacíficamente, los postulados de la socialdemocracia, los cuales son: la deliberación de ideas, los consensos en medio de las diferencias, la argumentación razonable en el debate y el respeto por las convicciones ajenas.
En un país de escasas oportunidades causa asombro que, quienes, careciendo de aquellas, logren ocupar importantes dignidades; no obstante, lo propio le ocurrió a Horacio Serpa: nació y creció en el seno de un hogar humilde, pero desde temprana edad comenzó a labrarse su destino político. Fue alcalde y concejal de Barrancabermeja en los años 70; diputado y secretario de Educación de Santander. En 1974 llegó a la Cámara de Representantes; en 1978 repite curul en la misma corporación. Luego, en la Cámara de Representantes fue presidente de la Comisión de Acusaciones y presidente de la Comisión del Plan del Congreso.
En 1986 es elegido Senador de la República y en 1988 es elegido Procurador General de la Nación; en 1990 ejerce brevemente como Ministro de Gobierno del Presidente Barco; después en ese mismo año fue nuevamente Senador, pero en cuestión de meses tomó una importante decisión: decide renunciar al senado tras la convocatoria para la Asamblea Nacional Constituyente, donde después de instalarse es elegido Copresidente de la misma junto a Álvaro Gómez Hurtado y Antonio Navarro Wolf.
Cuatro años después es nombrado ministro del Interior en 1994, y luego fue candidato presencial en 1998 y 2002; en 2002 el expresidente Uribe lo nombró Embajador ante la OEA, cargo que desempeñó hasta 2004. Dos años más tarde- en el 2006- intentó buscar nuevamente la presidencia de la república. Finalmente, fue Gobernador de Santander en el año 2008-2011 y Senador de la República en el periodo 2014-2018.
Hallamos en Horacio Serpa una vida entera dedicada al servicio público; con diferencias, contrariedades e infinidad de polémicas, pero con corazón, coherencia y consecuencia.
El doctor Serpa era el único liberal coherente que quedaba en Colombia, dado que nunca negoció sus principios y convicciones; he allí la admiración que sentíamos por su persona: aunque tuvimos múltiples diferencias en razón de diversos temas que él amparaba, en mi sindéresis personal, siempre lo consideré un líder natural digno de emular. Serpa fue desde su orilla un líder congruente y consistente que, análogo al expresidente Uribe, nos enseñó a los colombianos a persistir para nunca declinar. ¡Y no hay mejor enseñanza que aquella!
Horacio Serpa fue sinónimo de lucha política, porque así concebía la misma; para él la política era una lucha constante por el poder. Ese es su mejor legado. Los hombres grandes siempre vivirán en nuestra memoria. Como bien lo sostuvo Luis Carlos Galán: “Los hombres mueren, las ideas no”.
¡Un abrazo fraterno a doña Rosita e hijos!