Uno de los lastres que ha dejado el conflicto armado ha sido el narcotráfico y todo lo que este ha conllevado.
Pero si vemos cuales han sido las causas del conflicto armado nos encontramos con la ausencia del Estado en toda la geografía colombiana, el abandono del campo, la mala distribución de la tierra, y la inequidad social.
El narcotráfico se ha constituido en un problema trasnacional dentro de la globalización, contemplado y regulado por la comunidad internacional, pero es poco lo que se hace en realidad, pues es un problema de producción y de consumo; es decir, de oferta y demanda.
Además existen muchos intereses creados a nivel político y económico que dificulta su control y erradicación, pues si existiera la real voluntad política para combatirlo, sería posible su control.
El narcotráfico hoy convertido en narcoterrorismo, ha realizado alianzas transnacionales con grupos al margen de la ley, fragilizando los valores de todas las sociedades, cambiando las mentalidades a favor del dinero fácil con grandes tentáculos de corrupción que permean la institucionalidad en los países.
En el caso colombiano, existe al parecer una dificultad del Estado en encontrar la manera de sustituir el dinero que el narcotráfico invierte y lava en algunos sectores de la economía colombiana a fin de que no dependiéramos de estos recursos.
Ante la carencia de alternativas laborales y educativas para los jóvenes y de calidad de vida, el narcotráfico se convierte en una posibilidad atractiva para cumplir con los sueños de muchos.
El no implementar los acuerdos de paz, ni hacer reformas e inversión social que se requieren, ni desarrollar el campo, no solamente es dispararse uno mismo en el pie, sino permitir que los violentos controlen más nuestro territorio ante la inoperancia del Estado.
El tráfico de drogas afecta al mundo como zonas de origen, tránsito o destino. En esta actividad internacional están involucrados agricultores, productores, correos, proveedores, mulas, traficantes y hasta instituciones estatales que se han corrompido, socavando la estabilidad política y económica, acabando con la vida de los individuos, familias y sociedades.
América Latina aglutina la generalidad de producción global de hoja de coca, pasta base de cocaína y clorhidrato de cocaína del mundo.
Por otra parte, en algunos países de la región el problema del narcotráfico se ha convertido en la la excusa perfecta de algunos políticos de turno de meterle la culpa de todas las desgracias que ocurren en sus países, con el fin de conservar de esta manera su discurso guerrerista y populista sin salir de su zona de confort.
Después de tantos aparentes esfuerzos y doble moral de la comunidad internacional en la lucha contra el narcotráfico, parecería ser que la única solución posible sería legalizar la droga para quitarle el incentivo económico que mueve a los narcotraficantes a mantenerse en el negocio, y desarrollar una industria farmacéutica controlada por los Estados para uso terapéutico.
Será que esta problemática es culpa de la miopía de algunos políticos, o de sus intereses personales, o del estilo de educación que se ha venido desarrollando en Colombia que no le ha permitido al pueblo colombiano tener raciocinio y conocer su papel dentro de la democracia a la hora de elegir correctamente a sus gobernantes.
Ante el fracaso en el control del narcotráfico, se debe pensar en otras alternativas aprendidas de la historia como fue el tráfico del licor que en su momento fue ilegal pero que posteriormente se legalizó.