‘Abiti Bunsichari’ significa el nuevo tiempo para los Mamos de la Sierra Nevada, y es la visión que potencia mi hacer en los últimos meses. Desde hace siglos, cada día del solsticio, las culturas indígenas de Latinoamérica nos han invitado a vivir un nuevo tiempo en el cual sea factible, por ejemplo, una relación armoniosa entre el hombre y la naturaleza.
De hecho, lo que parecía una utopía para muchos, ahora más que nunca busca una aplicabilidad real a partir del arte, la ciencia, la tecnología y la política (aja, la política). Resulta que ha llegado el momento de experimentar ese punto de quiebre entre lo que conocíamos y considerábamos hecho, y lo que realmente puede transformar nuestra existencia como colombianos y habitantes de este gran espacio biodiverso y multicultural llamado Colombia.
La edad transformadora
Muy en el fondo, a muchos jóvenes nos anima pensar que una nueva clase política, más técnica, honesta, positiva y consciente, es la que podría diseñar y poner en marcha las prácticas sociales, culturales y económicas que nos conduzcan a ese nuevo tiempo. Sabemos que seguir por el mismo camino no es una opción, pero ante la baraja que se nos presenta, no vemos gran diferencia y nos invade la duda.
Sin embargo, viendo el panorama desde la perspectiva del nuevo tiempo, las posibilidades se reducen y resultan un poco más claras: quiénes no tengan la capacidad de analizar nuestro presente de este modo, no deberían ser elegibles. ¿Estamos listos para darle una oportunidad a lo diferente? Si no es ahora ¿Cuándo? Discursos repetitivos, anclados en las lógicas de la guerra, la corrupción y el despotismo, no nos llevarán al nuevo tiempo. ¿Qué y quiénes sí pueden adentrarnos en el nuevo tiempo?
La paz es integral
Es una realidad que quienes ocupan los escaños políticos no parecen entender el momento que vivimos. Tal es así que desde hace varios días estamos viendo cómo se aniquilan los estímulos a los escenarios que podrían conducirnos más rápidamente hacia la paz: deporte, ciencia, tecnología…
Por ello, es necesario tener presente que ‘conseguir la paz’ abre cientos de posibilidades (de corto, mediano y largo plazo e impacto). Pero ojo, la paz no sólo se hace con las personas. También se hace con el territorio y más específicamente con la naturaleza. De allí que en el nuevo tiempo, los retos en materia de buen vivir le deban abrir la puerta a proyectos y/o filosofías de vida distintas como la bioconstrucción, las energías renovables y la permacultura (ramas de la ciencia, la tecnología y la cultura).
Cómo a través de estas tres áreas se promueve un aprovechamiento justo y responsable de los recursos; nuevas formas de alimentación y de habitar de manera armoniosa los espacios; más y mejores opciones para que las personas aprendan a vivir en comunidad y a edificar sociedad.
Así las cosas, el primer desafío ante el cual nos enfrentamos parece ser el de generar las herramientas legislativas y jurídicas que posibiliten todo esto. ¿Estamos listos para ello? ¿Sabían que existe en Colombia una ley de energías renovables desde el año 2014 que aún no se ejecuta? ¿Cuántas leyes como estas, archivadas en un cajón o totalmente nuevas, deben ejecutarse para hacer realidad ese nuevo tiempo?
Una vez más, la dinámica disruptiva del nuevo tiempo nos debe conducir a pensar que quienes no perciban el presente de este modo, no son elegibles, no representan una opción.
El poder de las soluciones
En el nuevo tiempo, la política debe entenderse como sinónimo de soluciones. Y las soluciones son un ejercicio creativo en el cual se construyen alternativas a todo lo establecido.
Es hora de construir alternativas sociales y económicas que nos permitan atar cabos sueltos hasta el momento como la supervivencia económica y el esquema de valores. ¿Hasta qué punto las salidas económicas que imperan en Colombia ponen en riesgo nuestro esquema de valores, en virtud del desarrollo? ¿Es, por ejemplo, el extractivismo de recursos naturales la única salida para generar riqueza? ¿Será necesario, como lo plantean los sociólogos y antropólogos, replantearnos el concepto de desarrollo? Seguramente sí. En el nuevo tiempo este tipo de discusiones pueden y deben darse; y de nuevo es claro que quienes quieran atarnos a prácticas tradicionales que generan desplazamiento, violencia e insostenibilidad, no pueden ser elegibles.
La magia de la creatividad
En medio de la búsqueda de alternativas aparece un producto de la creatividad, y por qué no del arte, que anteriormente pocos consideraban como algo más que una expresión del intelecto humano: los bienes y servicios creativos.
Estos resultan ser hoy por hoy un fuerte dinamizador de la economía, pero también pueden amarrar los cabos sueltos cuestionados previamente. ¿Cómo hacer que aquello que genera riqueza también contribuya a la construcción de identidad y al reforzamiento de valores? En el nuevo tiempo consideramos que es posible aplicar conceptos como la Bioriginalidad, capaz de aportarle valor agregado a los bienes y servicios creativos que se generan en Colombia y, de paso, capaz de poner en primer plano la biodiversidad y la ancestralidad para reconstruir nuestra identidad.
He concluido que trabajar por un nuevo tiempo es mi objetivo primordial. Y sincronizarlo ahora, una urgencia vital.