Una vez superada la campaña presidencial, en la cual se tienden a plantear lecturas catastrofistas de la realidad y del futuro inmediato de nuestra sociedad, los colombianos tenemos el desafío de construir grandes consensos que nos permitan como sociedad poder contar, como lo planteó el ex ministro Juan Mayr en una reunión de La Paz Querida con el Cardenal Ruben Salazar y miembros de la Comisión de la Verdad, una nueva narrativa de mediano plazo de país y de sociedad, que tenga como base los objetivos de desarrollo sostenibles (ODS). Lo que no significa que vayamos a estar todos de acuerdo en todo, ni más faltaba, las diferencias, los puntos de vista diversos son fundamentales en una sociedad moderna y democrática. Y esto conlleva ser capaces de abandonar el discurso y la convicción de la fracasomania, el negativismo y el pesimismo que nos permea a la mayoría de los colombianos, resaltar los grandes logros que como país hemos tenido.
Por supuesto que surgirán voces de uno y otro lado que dirán eso es irrealista; unos opinaran que con terroristas y bandidos no es posible hablar; otros afirmaran que las contradicciones sociales son realidades en la sociedad; otros que con paramilitares y mafiosos no se puede; los de más allá que su prioridad es cómo llevar a la carcel a determinados dirigentes políticos. Justamente de eso se trata, de comenzar a desarmar la palabra. Empezar a tratarnos respetuosamente todos. Aceptar que el Presidente lo es de todos los colombianos, no de un sector de la sociedad. Doblar la página, sin olvidar el pasado ni volver el tema de la memoria, algo selectivo o un nuevo campo de batalla.
Hay grandes temas sobre los que debemos buscar acuerdos acerca de cómo superarlos o comenzar a hacerlo y para ello es fundamental entender que no hay ni puede haber nada escrito en piedra, que sea inmodificable y que justamente se trata de encontrar consensos aprovechando que no existe en la sociedad colombiana una fuerza política que sea hegemónica; hay que conversar sobre las insatisfacciones con el acuerdo entre el Gobierno y las FARC; que se va a hacer con las conversaciones en curso con el ELN -planteándole claramente a esa insurgencia la necesidad de una posición viable y realista-; como acordar políticas de crecimiento económico acompañadas de estímulos al empredimiento e innovación y lucha contra la inequidad; cómo reformar la justicia para que funcione mejor para todos, etc. Pero igualmente debemos abandonar esa mirada pesimista de nuestro país.
En esto es fundamental la actitud del Presidente Duque, que hasta el momento ha sido dialogante y de los dirigentes de su partido político, pero igualmente los líderes de las demás fuerzas políticas y especialmente de los líderes de la oposición como Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Claudia López, Jorge Robledo. Con la certeza que si bien no son esperables acuerdos sobre todos los aspectos, por lo menos acuerdos para el desacuerdo y reconocer que hay mecanismos propios de la democracia como mayorías y minorías en el Congreso y la Corte Constitucional como el gran garante de las reglas del juego constitucional y vigilante que las decisiones no vulneren nuestro estado de derecho.