Plata es plata. Así, y sin ningún recato, Federico Gutiérrez demostró su falta de conocimiento sobre la gestión pública en Colombia al plantear que, simplemente, iba a tomar 14 billones de pesos de los recursos de las regalías para destinarlos a inversiones desde la presidencia. Sin tener en cuenta que estos recursos no están a disposición del Gobierno Nacional en el Presupuesto General de la Nación, es decir, no le compete al Presidente de la República decidir qué se hace con esos recursos, según su voluntad personal. Sin duda, este es un ejemplo de la baja capacidad de entendimiento sobre el funcionamiento del Estado del candidato del Uribismo. Es como si este grupo político se especializara en escoger candidatos que no saben gobernar. Ya llevamos casi cuatro años de una tortuosa y mediocre manera de administrar lo público, como ha pasado con Iván Duque, y pareciera que Álvaro Uribe nos quiere mantener en las mismas otros cuatro años.
Muchos dirán que esa falta de conocimiento, que en ningún caso es justificable al tratarse de un componente tan importante de las finanzas públicas en Colombia, se subsana con asesores o con funcionarios. Si algo nos ha mostrado el actual gobierno es que la baja capacidad en materia de gestión pública parece ser una constante en buena parte de sus funcionarios de alto rango, como el caso de algunos ministros y directores de departamentos administrativos. Varios han fallado garrafalmente en su gestión, lo cual ha abierto la puerta a múltiples y terribles casos de corrupción como el de Centros Poblados; o a promesas incumplidas como la reconstrucción de Providencia. Esto, sin contar las vergüenzas que varios funcionarios poco capacitados para el servicio exterior nos han hecho pasar a nivel internacional.
Los colombianos debemos tener algo muy claro y es que no podemos seguir tolerando el alto nivel de incompetencia en materia de gestión pública y el poco nivel de entendimiento de lo público de quienes nos quieren gobernar. La falta de conocimiento sobre la gestión pública y lo que significa gobernar en un Estado Social de Derecho, como el que consagra nuestra Constitución, son amenazas directas a la estructura de la República y al principio de separación de poderes, fundamentales para la democracia y para que las instituciones cumplan sus funciones constitucionales. Es decir, seguirle entregando el país a quienes no sabe gobernar, dentro de los mandatos constitucionales y legales, es un acto de despilfarro de recursos y de perpetuación de la mediocridad gubernamental. Hoy, sólo Sergio Fajardo tiene las calidades de conocimiento y experiencia suficientes para garantizar que no estaremos sometidos a cuatro años más de incapacidad para administrar el Estado.