Naciones Unidas publicó su noveno informe mundial sobre “felicidad”. Como era previsible, el Covid-19 hizo que sus resultados fueran atípicos. El estudio incluye percepciones de bienestar en la gente de su vida en general, emociones negativas y positivas. Finlandia sigue ocupando por cuarto año consecutivo el primer lugar como el país más feliz del planeta. Afganistán es el país más infeliz.
Colombia figura entre las tres mayores pérdidas de bienestar causadas por las muertes y el desempleo, como consecuencia del virus. Entre 2019 y 2020, según cifras del DANE, el desempleo en Colombia aumentó 5 puntos porcentuales llegando a 15,9%. De acuerdo con las mediciones de la universidad Johns Hopkins, hemos estado durante toda la pandemia entre los tres países con las peores tasas de mortalidad por millón de habitantes.
Tenemos un establecimiento encabezado por el presidente Duque, desconectado de esta realidad, que habla no de “explosión social” sino de “estallido de emprendimiento”. Dos meses largos de paro nacional y una evidente estrategia del gobierno para prolongarlo y estimular su deterioro violento en forma deliberada. Este no es el primer paro que Colombia ha tenido, los anteriores tuvieron un manejo muy distinto por los sucesivos gobiernos. El diálogo y la negociación prevalecieron para resolverlos. Si bien es cierto que vivimos un malestar social acumulado desde hace varias décadas por problemas estructurales que no hemos enfrentado con las reformas necesarias, este gobierno y su partido Centro Democrático, encontraron la oportunidad de gestar perversamente su nuevo escenario de campaña electoral en el paro.
Mientras tanto la alcaldesa de Bogotá, dejó de ser alcaldesa para volver a ser la Claudia-candidata, metiéndose en la pelea política, lanzando acusaciones sin denunciar ni presentar pruebas para muy probablemente tener que rectificar como ya le ha ocurrido varias veces. Zapatero a tus zapatos, ese lujo de una alcaldesa-candidata no se lo puede dar la capital, en el momento más crítico de la pandemia y con los graves problemas sociales y de inseguridad que experimentan sus ciudadanos a diario. En lugar de gobernar para las encuestas, debe gobernar para los bogotanos, sin tantas estridencias innecesarias.
Para completar el cuadro, desde el pedestal del populismo, el mesías del otro extremo llama a imprimir billetes, dejando ver entre otras cosas lo que sería su “respeto” por la independencia del Banco de la República en un eventual gobierno suyo, suyo propio e individual, porque como en la alcaldía de Bogotá, el gobierno sería solo él. Las peleas, los intereses personales y las aspiraciones políticas deben hacerse a un lado y pensar en el bien común. No caer en la trampa del populismo para generar más clicks o “me gusta” en redes sociales, como lo hizo una concejal de Colombia Humana que, por un trino falso, desató un ataque de los protestantes a 12 ambulancias; o como en el caso de la primera línea que desistió de asistir al Palacio Liévano por miedo a ser arrestados por las autoridades.
Es un clamor nacional que los líderes y tomadores de decisiones busquemos lo mejor para todos y no sólo para el espectro político particular. Recuerden que fueron elegidos por la gente que depositó en ustedes toda su confianza para gobernar y defender el interés general.