La Jugadita de Carrasquilla

Opinión Por

La semana pasada el Ministro de Hacienda reveló la jugadita que tiene pensada realizar en lo que resta del cuatrienio para garantizar reducir el déficit fiscal, lo que aparentemente es positivo pues reducir el déficit fiscal es útil para la estabilidad macroeconómica de Colombia, pero como dice el proverbio popular “El diablo está en los detalles”.

Y es que los detallitos de la jugada del actual Ministro de Hacienda dejan mucho que pensar sobre la seriedad de una de las instituciones más importantes para la economía del nación, pues la forma que encontró el ministro es tan creativa que no es necesario un recorte del gasto o incremento de impuestos como supondría cualquier persona, en cambio la propuesta es tan sutil que solo requiere un cambio en los libros contables.

¿Y en qué consiste este cambio contable? En cambiar la forma como se contabilizan los ingresos por venta de activos de la nación para volverlos ingresos corrientes, entonces una vez hecho este cambio contable viene la venta de los activos de la nación para poder tapar el hueco. Y aunque suene escandaloso no es un delito este cambio, pero no por eso quiere decir que está bien.

Entonces ¿Cuál es el problema de este cambio? El primero es usar ingresos extraordinarios para financiar gastos corrientes, pues una vez se consumen todos los ingresos extraordinarios ya no hay como pagar los gastos que sí son constantes, y entonces vienen los problemas. 

Segundo, que los compradores de bonos (TES) del gobierno y las calificadoras de riesgo se den cuenta del cambio contable y cambien sus percepciones de riesgo sobre la sostenibilidad del Estado. Y tercero, que personalmente es lo más grave, que el gobierno se termine creyendo su propia mentira, y como le pasa a los mitómanos no sea capaz de discernir la verdad creyendo que tiene mayor campo de maniobra y de gasto, cuando la realidad no es esa.

Es decir, el problema no es la venta de los activos que el Estado posee, y cuyo valor ronda en 170 billones, pues no los va a vender todos por diversas razones, entre ellas, porque dentro de esos activos hacen parte empresas públicas que requieren un trámite legal especial para su enajenación, pero también hay activos y empresas que son estratégicos para el futuro del país, es decir, que al final del día lo que pueden liquidar viene siendo aproximadamente 70 billones en activos de la nación, de los cuales se estima que 33 billones serán para vender en los próximos cuatrienios. Es importante aclarar que estos datos son aproximados, y no los valores reales, dado que la información sobre lo que piensa vender el gobierno no se ha hecho pública.

De igual forma vender un activo para financiar una inversión como construir puertos, aeropuertos, carreteras, trenes o crear una empresa pública pensando en fortalecer un sector estratégico es algo correcto, y en especial si los activos que se enajenan carecen de rentabilidad alta o de valor estratégico, porque en la práctica estas inversiones son de orden transitorio, es decir, que una vez culminadas no se requieren más recursos, lo cual es congruente con los ingresos extraordinarios obtenidos y no afectaría la estabilidad o el balance fiscal en el largo plazo, incluso en algunos casos es lo mejor, porque al ser una inversión esta tiene tasa de retorno, a veces de forma monetaria o en crecimiento económico.

Distinto si se venden activos para financiar gastos, que en palabras del exministro de Hacienda Guillermo Perry “es como vender la casa para pagar el mercado”, que es lo que propone Carrasquilla en la práctica, reducir el déficit fiscal de forma ficticia dejando un hueco relativamente más grande para el gobierno siguiente, porque este ya no tendrá activos que enajenar en caso que se requiera por alguna eventualidad o para financiar un programa de inversiones económicas.

En conclusión, la gran jugada de Carrasquilla es un acto de irresponsabilidad económica con Colombia, porque una vez abierto el boquete de vender activos para tapar déficit fiscal cada gobierno tendría el incentivo de hacer lo mismo, hasta que no haya activos que vender, y los recursos que se podrían haber usado para financiar el crecimiento económico se gastaron en mecatos y meriendas, y entonces llega el día de tener que pagar el hueco oculto que ha sido pateado de un gobierno a otro.

 

Economista y Magíster en Economía de la Universidad Externado de Colombia. Fue docente de la Universidad Externado, Ex-analista de deuda del Ministerio de Hacienda. Asesor y consultor en modelación macroeconómica.