Hoy en Colombia se hace un uso superficial de las categorías políticas de “izquierda” y “derecha”, incluso se utilizan despectivamente para referirse a todo aquel que piensa distinto a uno, o para encasillarlo como guerrillero o castro chavista si se es izquierdoso o paraco y facho si se es derechoso.
Estos términos tienen su origen en el marco de la Revolución Francesa (1.789) una vez instalada la Asamblea Nacional Constituyente esta se dio a la misión de redactar una nueva constitución y a partir de ella edificar un nuevo orden institucional, político, económico y social tras la revolución. Ubicados en el hemiciclo y a la derecha del Presidente de la Asamblea se sentaban los nobles, terratenientes y el alto clérigo, defensores de la monarquía y del Antiguo Régimen, se oponían a todo tipo de reformas que alteraran el orden establecido, esta vertiente se identifica ideológicamente con valores como la identidad nacional, el orden, la seguridad, la tradición y el conservadurismo; Ubicados en el hemiciclo y a la izquierda del Presidente de la Asamblea se sentaban la burguesía urbana compuesta por comerciantes, industriales e intelectuales (sectores sociales emergentes) promotores de abolición de la monarquía y a favor de la instauración de la República, estaban a favor de instaurar cambios profundos en el orden establecido, esta vertiente se identifica ideológicamente con valores como la libertad, la solidaridad, la igualdad ante la Ley, y el reformismo. Es por ello que desde esas fechas, todo aquel que tenga ideas que defiendan el statu quo, es asociado con la derecha y el conservadurismo, mientras que aquel que promueva un cambio en el orden establecido es asociado con la izquierda, el liberalismo o socialismo.
En este artículo quiero reivindicar a la izquierda liberal colombiana aquella que ha reformado y modernizado a este país y ¿Por qué? se preguntará el lector. En el marco de las recientes elecciones al Congreso de la República y de la actual campaña Presidencial, algunos sectores políticos encabezados por los líderes de los Partidos Centro Democrático y Cambio Radical (partidos que se pueden ubicar en la derecha del espectro político) han enfilado todo tipo de argumentos falaces para inyectar temor a la población con la posibilidad de que Colombia se convierta en otra Venezuela y con el fantasma del “castrochavismo”, mostrándose como alternativa al caos que para ellos representa la izquierda (metiendo en el mismo saco a todas las alternativas de izquierda).
Comienzo por afirmar que existen muchas izquierdas, como derechas. Como todos los excesos son “perjudiciales para la salud” tanto la izquierda y derecha radicales han demostrado históricamente ser un atentado contra la humanidad, así pasó con el comunismo de la Unión Soviética y con el fascismo de Hitler o Mussolini en Alemania e Italia respectivamente. Pero la historia no se reduce a realidades de blanco o negro, hay matices y son esos matices los que el uribismo o Vargas lleras evaden sin mayor esfuerzo porque ellos necesitan del miedo para sobrevivir. La izquierda colombiana ha estado estigmatizada por dos fenómenos uno histórico, el otro más reciente. El primero es la presencia desde hace medio siglo de la guerrilla, así muchas personas asocian izquierda con violencia o lucha armada, el segundo con la realidad catastrófica de Venezuela.
Vale afirmar que no toda la izquierda es violenta como lo fue la guerrilla o autoritaria como lo es el chavismo. Durante 77 años, en diferentes momentos de nuestra historia, dirigentes libelares han ejercido la Presidencia de la República, lo que convierte al Partido Liberal en el partido que más tiempo ha ejercido el gobierno en nuestro país. Reconociendo aciertos históricos como: la abolición de la esclavitud, la instauración de un Estado laico, las reformas agrarias de 1936 y 1961, el reconocimiento del derecho a la sindicalización y a los derechos laborales como la seguridad social, el contrato de trabajo y el salario mínimo, la creación de instituciones públicas como el Icbf, el Icfes, el Inderena (Ministerio de Ambiente a partir de 1993), Colciencias, Coldeportes, el Incoder (hoy Agencia Nacional de Tierras y Agencia de Desarrollo Rural) y Colcultura (desde 1997 Ministerio de Cultura). Fue en un gobierno liberal en el que se realizó el último proceso constituyente, aquel de 1991 (que nos entregó la Corte Constitucional, la Fiscalía, la tutela y el reconocimiento del derecho al libre desarrollo de la personalidad). Fueron las fuerzas liberales las que sacaron adelante el actual proceso de paz, que permitieron la desmovilización de la guerrilla más antigua del país.
La izquierda no se reduce como quieren hacer ver algunos a la violencia, ni al autoritarismo o caos económico. En nuestro país el liberalismo que ha sido en algunos momentos de nuestra historia un partido rebelde e inconforme frente a las injusticias sociales y eso lo ha ubicado históricamente en la centro izquierda, ha llevado a buen puerto y dentro de un marco de estabilidad (económica, política y social) procesos de reforma que han mejorado la vida de las mayorías nacionales. Por ello invito al lector que no caiga en la simplicidad intelectual a la que nos invitan algunos partidos.
En la actual coyuntura electoral la derecha ha convertido a Gustavo Petro en el chivo expiatorio para graduar a toda la izquierda de antidemocrática, de autoritaria o ineficiente, y así atemorizar a la población que justa o injustamente percibe a Petro con temor. Cuando no es así, hay otros candidatos viables, reformistas y que promueven cambios sociales profundos pero dentro de procesos estables y responsables (un cambio con responsabilidad) como Humberto de la calle o Sergio Fajardo, que han quedado presos de la polarización que conviene a las fuerzas conservadoras, que quieren llegar al poder no para evitar que llegue el castrochavismo, sino para evitar que se materialice la reforma rural, evitar que se modernice la estructura de propiedad sobre la tierra en el campo, evitar que la jurisdicción especial para la paz actué y se conozca toda la verdad acerca de las relaciones entre la clase política algunos círculos económicos y los grupos al margen de la ley, evitar que este país pase la página de la polarización, pues en Colombia ha hecho carrera que para ganar elecciones hay que mantener vivo a un enemigo interno, ayer eran las Farc, hoy es el castrochavismo y mañana será otro. Anhelo un día en el que la esperanza este por sobre el miedo, ese día habremos avanzado como sociedad.
Como dijo recientemente la candidata vicepresidencial Claudia López “se necesita un proceso (de cambio) que no asuste a la gente, que inspire confianza, que inspire esperanza, que demuestre que el país no va a perder el rumbo, que el empresariado va a seguir, que la desigualdad puede bajar pero no acostillas de destruir la democracia, ni pelear con los jueces, ni acabar con los medios” por ello Petro no puede liderar ese cambio, los llamados son otros, ojala lo comprendan.