La desconexión comenzó el 17 de junio de 2018, día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en las que Iván Duque derrotó a Gustavo Petro. El “Uribismo” entendió su victoria como un apoyo mayoritario e indiscutible a su visión de país, sus reservas frente a la paz y a la Política de Seguridad Democrática (el legado de Álvaro Uribe Vélez); no se dieron cuenta que en gran medida su triunfo se dio pues el candidato a enfrentar en el balotaje era Petro, al que probablemente era el único al que el Uribismo podía vencer. Es decir, los votos que le dieron el triunfo a Duque no llegaron como consecuencia de un apoyo ciudadano masivo al proyecto político del Centro Democrático (que tras dos años en el poder uno no sabe cuál es porque este Gobierno se ha caracterizado por no tener una agenda pública clara) sino por rechazo o miedo a lo que representaba el candidato de la Colombia Humana. Palabras más palabras menos Duque ganó por descarte, o por que para muchos era el “menos malo”.
En gran medida ese pecado original, de entender que su éxito en las elecciones era un “cheque en blanco” que la sociedad les entregó, explica la desconexión con la que el Gobierno y el Partido de Gobierno comprenden la realidad nacional. Lo cierto es que el proceso de paz (con sus aciertos y desaciertos) empoderó a las comunidades en la “Colombia profunda”, movilizó a buena parte de la ciudadanía en torno a nuevas agendas políticas y removió las estructuras sociales de un país adormecido tras medio siglo de conflicto armado; esto en buena medida explica la fuerza que la movilización social ha adquirido en los últimos años.
La realidad del país ya no es la del 2002, y parece que las fuerzas políticas más conservadoras no lo han comprendido, hoy gobiernan una nación más empoderada, mas indignada, más educada, más conectada entre ella y el mundo (gracias a los avances tecnológicos) y más dispuesta a movilizarse a favor de nuevas causas sociales que incluyen asuntos tan relevantes como la protección del medio ambiente, la construcción de paz, la gratuidad en la educación, los derechos de las minorías, y la lucha a favor de la justicia social y económica (además del manejo de la pandemia).
Lamentablemente para el Uribismo, las categorías que hace un par de décadas les servían para entender y construir su narrativa sobre los acontecimientos, pasaron a uso de buen retiro y hoy se quedan cortas en dar cuenta de lo que pasa en este país. Las frases aquellas sobre el enemigo interno y externo que promovían la desestabilización de la patria, hoy están mandadas a recoger; pocos “se comen el cuento” que los miles de manifestantes que muestran su inconformismo a diario están siendo instrumentalizados por el comunismo internacional organizado a través Foro de São Paulo y por Nicolás Maduro desde Venezuela; o que Gustavo Petro o Juan Manuel Santos promueven la insurrección popular para debilitar y tumbar al Gobierno.
El país cambió, pero muchos no se han dado cuenta, y creen que con los “libretos” y recetas políticas de hace 20 años pueden seguir gobernando. Donde ellos ven conspiraciones desestabilizadoras, muchos vemos una ciudadanía movilizada a favor de causas sociales que quieren que el Gobierno impulse; donde ellos ven debilidad como pedir disculpas por los abusos de la Policía, muchos vemos la fortaleza del perdón y la reconciliación necesarias para vigorizar la legitimidad de una de las instituciones más cercanas a la gente; donde ellos ven una actitud gallarda (que fue lo que dijo el Presidente Duque sobre la policía el mismo día del asesinato de Javier Ordoñez a manos de dos agentes), muchos vemos la necesidad de realizar reformas de fondo para que dichos abusos jamás se vuelvan a presentar (solo por poner algunos ejemplos de la coyuntura)
El Uribismo, vive en permanente estado de negación, no quieren ver lo evidente e insiste en hacernos creer en teorías de la conspiración, diciendo que los culpables de todas las desgracias nacionales son Santos, Petro, Maduro, el castrochavismo, las Cortes o las disidencias etc. Llevan dos años gobernando y parece que no se han dado cuenta que hay una nueva sociedad en proceso de parto, están totalmente desconectados de a realidad nacional…viven desenchufados.