Las conversaciones entre el Gobierno y el ELN en Quito pasan por un momento de tensión; nada raro en este tipo de proceso, pero el problema es que la sociedad colombiana no ya está dispuesta a seguir aceptando la idea de que los hechos de violencia estén acompañados de diálogos de paz. Esto significa, que después de la firma del acuerdo de terminación del conflicto armado con las FARC, los colombianos difícilmente aceptan la tesis de ‘negociar en medio del conflicto’ y por consiguiente el Gobierno no puede seguir adelantando conversaciones bajo esos parámetros, sino es a un alto costo político en la opinión pública.
Para pensar en fórmulas de reactivación de esta Mesa de Diálogos, es importante no olvidar que se trata de unas conversaciones entre un Estado con legitimidad y legalidad, a pesar de las dificultades que pueda tener y un grupo alzado en armas contra el mismo, es decir se trata de diálogos entre actores asimétricos.
Inicialmente se empezó a conversar con la fórmula de hacerlo ‘en medio de la confrontación armada’, pero pronto el ELN propuso que se hiciera un cese bilateral para continuar las conversaciones; el Gobierno fue inicialmente reacio, pero con la visita a Colombia del Papa Francisco, se aceleró un acuerdo y se pactó un Cese Bilateral Transitorio Nacional desde el 1 de octubre de 2017 hasta el 9 de enero de 2018 y se definió un Mecanismo de Veeduría y Verificación con Naciones Unidas, la Iglesia Católica, además de las dos partes. Podemos decir que este Cese Bilateral relativamente funcionó, a pesar de las deficiencias que se dieron.
En enero de 2018 el ELN realizó una serie de hechos de violencia: atentados a oleoductos, ataques a la Fuerza Pública, siendo el que más rechazo generó el realizado contra la Estación de Policía en Barranquilla, a unas semanas de la fiesta cultural emblemática de la Región Caribe, el Carnaval. Por su parte, la Fuerza Pública igualmente ha desarrollado múltiples acciones contra estructuras y frentes del ELN, incluyendo bombardeos contra sus campamentos.
Hoy día estamos en una especie de enredo de este tipo: el ELN dice que se debe instalar el V Ciclo de Diálogos en medio de la confrontación armada y que allí se discutirán los temas de agenda y las condiciones de un nuevo cese bilateral, si las partes están de acuerdo –que esto no se puede analizar en mesas informales-. El Gobierno señala, atendiendo la opinión mayoritaria de la opinión pública, que sólo retorna a la Mesa cuando haya coherencia en el ELN entre lo que dice y lo que hace. Que es primero, ¿el huevo o la gallina?, parece ser el dilema de la Mesa.
Si realmente las dos partes quieren destrabar las conversaciones y no sólo hacer protagonismos políticos, se debe acudir a una fórmula de este estilo, me parece: en unas rápidas conversaciones informales entre miembros de las dos delegaciones acordar los ajustes que debería hacerse al Cese Bilateral que debería ser de tipo permanente, una vez acordado lo anterior, se procedería a hacer de manera simultánea la instalación del V Ciclo de Conversaciones y la firma del nuevo Cese Bilateral Permanente y empezar a darle curso al punto de Participación, dentro de la agenda acordada.
No se trata de arrancharse en ‘puntos de honor’ entre las partes, se debe actuar con el realismo de darle viabilidad a la Mesa de Conversaciones.