Las conversaciones entre el Gobierno Santos y el ELN han estado atravesadas por diversas circunstancias, unas derivadas de lo que podrían ser una estrategia dilatoria del propia Gobierno y no es claro si también del ELN. Recordemos que el Gobierno Santos decidió priorizar las conversaciones con las FARC y eso hizo que los diálogos con el ELN se retomarán en serio ya en la fase final del segundo mandato, lo cual ya generó unos problemas de tiempos, difíciles de manejar; del lado del ELN, al parecer al inicio había el interés de que hubiera unas conversaciones conjuntas con FARC, pero eso no se logró concretar y seguramente viendo el poco interés inicial del Gobierno, prefirió también esperar a ver cómo le iba a las FARC.
Desde el punto de vista logístico el proceso con el ELN estuvo marcado con la idea de tener sedes rotatorias en diferentes países –la fase previa reservada se adelantó en Venezuela, Brasil, Ecuador- y se acordó que la Mesa iría a funcionar rotativamente en varios de los países garantes –Cuba, Noruega, Brasil, Chile, Ecuador, Venezuela-, sin embargo definieron iniciarla en Quito y por diversas razones y por interés especialmente del Gobierno colombiano, se prolongó la mantención de la misma en la capital ecuatoriana. Por consiguiente no es nada especial que esta Mesa cambie de sede –de hecho estaba previsto-, lo novedoso es que Ecuador haya decidido retirarse como país garante, decisión que está en su fuero –nadie puede obligar a un país a colaborar en la solución de un problema interno sino lo desea-, pero que sin duda ha sido motivada por hechos ajenos a la propia dinámica de la Mesa: el secuestro y asesinato de los tres periodistas ecuatorianos por un grupo disidente de las FARC además de otros hechos de violencia causados allí por este grupo, el impacto que esto causó en la sociedad ecuatoriana, las tensiones entre el Presidente Lenin Moreno y el ex Presidente Rafael Correa, a quién le atribuyen el haber ofrecido a Ecuador como sede de estos diálogos, los resquemores del pasado en relación con la lucha colombiana contra organizaciones insurgentes.
Ahora bien, tomada esta decisión por el actual Gobierno ecuatoriano, de lo que se trata es de proceder a darle trámite al carácter rotativo de la Mesa y seguir el desarrollo del V Ciclo de diálogos en otro país a la mayor brevedad y mostrar que efectivamente hay decisión de las dos partes de avanzar en ambas direcciones, una, acordar y poner en práctica el nuevo cese bilateral del fuego y de las hostilidades o alivios humanitarios –que ahora debe incluir, sin duda, parar los enfrentamientos en la región del Catatumbo entre el ELN y el EPL, que tanto daño están causando a la población civil de esta región- y avanzar en la definición, con los insumos de las audiencias del año anterior en Tocancipá y Bogotá, en un modelo de participación de la sociedad y proceder a iniciar ese proceso de participación social o de diálogo nacional, de tal manera que el nuevo Gobierno que elijamos en junio próximo, encuentre un proceso andando y con decisión de avanzar en la superación el conflicto armado y al tiempo proponer reformas necesarias para los territorios.
Este traspiés debería ser una oportunidad, no para retroceder, sino para dar un salto adelante.