Las preguntas que deja la victoria de López Obrador (AMLO) en México son múltiples. Me llama la atención una idea que fue muy generalizada en la campaña colombiana y es acusar a uno de los candidatos de forma encarnizada de que su proyecto llevará a su país a ser “como Venezuela”.
¿Qué es decir “como Venezuela”? La pregunta es más relevante de lo que se cree, porque al responderla me he encontrado con múltiples respuestas: Quizás llevar a ese país a una dictadura, o quizás arruinar su economía llevándolo por el camino de la dependencia de la renta petrolera y la hiper-inflación, o quizás usar medidas que generalmente se cree que son “socialistas” como la expropiación para crear una Estado grande y controlador de los medios de producción, también podría concentrarse en el líder, acusarlo de ser personalista, mesiánico, y anti-institucional, o simplemente de ser amigo de Maduro y Chávez, o mejor dicho, todas las anteriores
Ni México es Venezuela, ni López Obrador de Maduro
Vamos por partes, comencemos por el propio candidato ganador. Es cierto que AMLO en la historia de su vida política ha tenido cercanías con Hugo Chávez, pero su vida, su trayectoria política, y sus logros, no pueden estar más alejados de Chávez o del mimo Maduro.
López Obrador es un líder que podría ser más acusado de defensa de lo que llamaríamos la esencia mexicana e incluso la apertura de una cuarta revolución en su país al estilo local, que la trayectoria de un líder que quiere emular a países como Venezuela o Cuba.
AMLO nace como político y administrador de lo público, tiene múltiples cargos de una larga carrera en este nivel, y llega a convertirse en Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, su administración con todo y sus criticas muestran una forma de gobierno distinta del partido que gobernó México por 70 años (el PRI) y de los conservadores del PAN.
Existe personalismo en su proyecto, pero no una carencia de estructura política. Al llegar al poder Chávez se determinó a gobernar con los militares y comportarse abrasivamente como los militares, y conformó un grupo política mesiánico, mientras Morena partido de López Obrador guarda una estructura previa y mucho más compleja y duradera.
Chávez buscó hacer un golpe para llegar al poder, y finalmente hizo un golpe a las mismas instituciones del Estado cuando alcanzó la presidencia, AMLO por su parte ya gobernó una de las administraciones más complejas de México y Latinoamérica y él y su grupo político siempre han buscado derrotar en las urnas al PRI y al PAN.
¿Dictadura?, México sabe que es tener un grupo político arraigado en el poder por décadas, pero lo más importante de su sistema político, es que, como Estado Federal, su vida política y económica no se encuentran con un solo producto y en una sola línea, lo que en el caso venezolano es el petróleo.
Un país diversificado, amplio, complejo y con una institucionalidad que hace mediar incluso a un presidente con mayorías en el Congreso y sin poderes constitucionales para arrasar con la misma democracia (cosa que sí tenía Chávez), dejan sentada una parte de la miles de diferencias entre México y Venezuela, uno un Estado que giró por décadas alrededor de un partido y hoy vive la violencia producto del narcotráfico, y otro que gira alrededor de los militares y del petróleo.
Entonces ¿Hiper-inflanción?, ¿Bajo cuáles condiciones económicas?, pregunta sin respuesta en el caso mexicano totalmente distinto al venezolano al no depender exclusivamente del petróleo o de otro bien o servicio, y la última la expropiación, pero ¿Con cuáles herramientas políticas?, el presidente no tiene como hacer leyes que abran de par en par esa expropiación (que hoy existe en una figura limitada, como en el caso colombiano), y tendríamos que observar su verdadera intención de “nacionalizar” o cooptar los medios de producción, en un país de grandes empresarios mundiales como Slim.
El propio ALMO en la Plaza de la Revolución decía “Ni como Maduro, ni como Trump”, y aunque podríamos preocuparnos por un proyecto más personalista con su nombre, y además esperar cambios profundos en el país, decir que será “como Venezuela” es inexacto y algo absurdo.
El discurso más difundido actualmente es que todo líder que se intente calificar de izquierda, y por lo tanto socialista o incluso comunista (un uso grotesco de lo que es comunismo en verdad) llevara a su país al fracasado modelo venezolano, lo cierto, es que al igual que las ideologías que se denominan en la derecha, no existe una única forma de socialismo, ni una única forma de neocolonialismo, ni una enfermedad que haga que los países sean como Venezuela, la generalización de ese punto parece más una caricatura de miedos en campaña electoral para favorecer a proyectos distintos que de forma efectista saben que decirle al contrario que es como Maduro o Chávez los satanizará. México no se la creyó.