Mí Colombia Mía

Opinión Por

Mientras más conozco a Colombia, más amo a este gran país. En Colombia anhelo ser enterrado y de muy viejo, para poder darle a mí Colombia todo lo que pueda en agradecimiento eterno.

Desde que llegué a este país me la paso trabajando junto a colombianos de bien, compartiendo experiencias, dándole a Colombia, agradeciendo.

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Los chinos llegaron a España, quebrando a 7000 comerciantes y empresarios. Ahora están en Colombia dispuestos a quebrar a microempresarios de San Victorino, en Bogotá.

Este sector suma 100 mil habitantes, pero su población flotante alcanza las 400 mil personas. Según Fenalco cuenta con cerca de 2500 comercios, que generan más de 23800 empleos directos. Es decir, más de 5000 familias, muchas de ellas de mujeres cabeza de familia (56% de las que trabajan ahí) obtienen sus sustentos de la estabilidad comercial que puedan tener para dotar de ropas, calzados, artículos para el hogar, juguetes, piñatería, productos que nacen en fábricas colombianas.

Nuestros comerciantes no pueden competir con los chinos, quienes no pagan impuestos y en franca competencia desleal invaden San Victorino acabando con las empresas colombianas radicadas allí.

Mientras, los ecuatorianos compran mercancía a los chinos para venderlas por ahí, informal, sin pagar impuestos, arriendos y toda la carga fiscal que sí asumen los empresarios colombianos.

Sumemos el más de un millón de venezolanos, cada vez más, por culpa de la agravada crisis que se vive en Venezuela; quienes tendrán que sobrevivir en Colombia, vendiendo ilegalmente, mercancías compradas a los chinos.

La competencia es desleal porque se está trayendo mercancías a muy bajo precio con la que es imposible competir. 

El Gobierno Nacional tiene que actuar; empero, este es el resultado de tratados que han terminado acabando con las fronteras, permitiendo cientos de garantías para que toda clase de mercancía ingrese al país sin control.

Eso sin contar con el contrabando que ingresa a Colombia, que según la DIAN, entra por más de 300 puntos y muchos de ellos, con mercancía ilegal proveniente de China; o por la “triangulación” que está ocurriendo desde México con productos chinos, falsificándose certificados de origen para evadir el arancel mixto que grava a las confecciones y al calzado del país asiático.

El incremento del dólar ha llevado a que los chinos hayan llegado a Colombia a vender sus mercancías; aumentando entre un 500% y llegando al 2000%. Esto ha obligado a los comerciantes colombianos a bajar sus precios y manos de obra.

Es preocupante el exagerado precio por locales que son pagados por chinos, los grandes capitales sin declarar, pasaportes con visas turísticas vencidas de quienes luego se quedan a buscar la forma de perjudicar a los empresarios y comerciantes colombianos.

Y mientras esto sigue pasando, las medidas de fondo que eviten la incursión ilegal del comercio chino, siguen ausentes y por el contrario, la invasión se va tomando más al país.

Dicen los Congresistas que no pueden legislar sobre este problema. No es cierto. Bien se puede hacer una ley que establezca que sólo extranjeros residentes y/o nacionalizados puedan desarrollar empresas y comercializar en Colombia siempre que no afecten a los empresarios y comerciantes colombianos quienes tienen que ser prioritarios.

Colombia es un país de puertas abiertas al mundo, acogiendo a todas las personas que quieran convivir con este pueblo emprendedor y de altísima calidad humana; pero tenemos que cerrar el paso a quienes se aprovechan de las falencias del Estado, del cáncer de la corrupción que adolecemos amenazando con hacer metástasis, y de las muchas posibilidades que les damos a quienes anhelan colaborarnos en el crecimiento de Colombia.

Una cosa es trabajar con los colombianos por el bien del país, quedarse junto a gente trabajadora y buenas personas, y otra muy distinta es “marranear” y acabar con los esfuerzos de familias colombianas. 

Colombia tiene que ser para los colombianos y sus amigos, siempre considerados familia.