Quienes defienden los derechos de los animales en el país han contribuido a que nuestra sociedad cambie y mejore la forma en que se trata a estos seres vivos. Dentro de sus logros están la ley que creó las juntas defensoras de animales, el estatuto nacional de protección animal, la ley contra el maltrato animal -de autoría del Representante a la Cámara Juan Carlos Losada y de la que fui ponente-, en la cual se definen como “seres sintientes”, se crea además el delito de maltrato animal y, por último, la normativa que fortalece los refugios y las fundaciones.
En una de las tantas batallas en el congreso por la causa animalista, junto a Yerly Mozo, se logró evitar que el código de policía derogara uno de los más importantes avances jurídicos a la fecha: el estatuto nacional de protección animal. Con este acontecimiento se evidenció que las autoridades no tienen clara su función interdisciplinaria en la protección a los animales, a lo que debemos agregar la falta de presupuesto, hospitales veterinarios públicos, conocimiento y aplicación de las leyes, pero también de policía, jueces y fiscales especializados. El Estado no está preparado para atender la protección que ordena la ley.
Cincuenta (50) años de lucha por los derechos de los animales han sido apenas el prólogo para insistir en la “protección reforzada a los animales”; fundamentada en un clamor de las nuevas generaciones, y que aún no logra introducirse en nuestro ordenamiento jurídico. Los motivos son varios, pero el principal es la falta de actualización y adaptación en la función pública, que puede desarrollarse a través de un sistema nacional de solidaridad, protección y bienestar animal. Este sistema integral permitiría armonizar responsabilidades y funciones e implementar políticas públicas para todos los animales, y no solo para unas especies.
A diario veo noticias donde se muestra a los animales como “seres sintientes” pero también son “seres vulnerables”. Una sociedad es más humana cuando tiene una relación de respeto con los animales y la naturaleza. La pandemia, fue un doloroso recordatorio de las trágicas consecuencias para la salud pública que trae una mala relación entre animales y humanos.
Resulta importante y urgente incorporar los conceptos consagrados por la OMS y OIE “Un mundo, una salud y un bienestar” que reconocen el vínculo indisoluble entre los animales y el ser humano. No podemos olvidar que, en el mundo, cuando se beneficia un animal, también se favorece una familia, una comunidad y se construye un nuevo sentido de nación.