No hay desayuno gratis

Opinión Por

Nadie invierte millones a una campaña política inspirado por el don del altruismo, lo que pretende es influir de manera directa en los procesos de toma de decisiones, para obtener beneficios de quien ejerce el gobierno. Mi critica (o más bien lamento) no va dirigida a un presidente en particular, sino al funcionamiento mismo del sistema democrático, que ha permitido la captura del poder a través de la financiación a las campañas electorales.

Si no reaccionamos a esta dinámica, los ciudadanos nos quedaremos sin gobierno, pues este responderá no a nuestros intereses como ciudadanos sino a los de grandes corporaciones, que representan a pocos, pero tienen mucho dinero y están dispuestos a convertir ese dinero en poder político, a través de la cooptación de nuestras instituciones democráticas para promover sus intereses particulares. Aquí el debate no es si somos conservadores, liberales, de derechas o de izquierdas. Se trata de que las preocupaciones de la gente de a pie, estén en el centro de la agenda del gobierno nacional, veamos algunos ejemplos:

 

  • 51 aportantes a la campaña presidencial del 2002 vinculados al sector de biocombustibles, ¿coincidencialmente? Obtuvieron del mismo gobierno al que financiaron más de 34 mil millones en subsidios y más de 10 mil millones en créditos blandos, de dinero que sale de las arcas públicas. Es decir, ellos aportaron para recibir.

 

  • Recientemente el Fiscal General de la Nación manifestó que al menos un millón de dólares de dinero de la multinacional brasilera Odebrecht se habría girado a la gerencia de la campaña a la reelección presidencial del 2014 y que esta misma compañía habría pagado 1,6 millones de dólares por concepto de servicios de estrategia política para apoyar al candidato que finalmente quedo de segundo en esa elección. Recuerden la máxima, se aporta para recibir, y en el caso de Odebrecht iban a la fija, pues ganaban con cara o sello, vale recordar que esta empresa tenía cuantiosos contratos en Colombia, y lo que hizo al financiar las campañas con más opciones de triunfo fue garantizar que mantendría sus negocios e incluso aumentaría. Pagó para comprar poder, sencillo.

 

  • Hace un año el diario La República daba el siguiente dato “la suma de la riqueza de los tres colombianos más ricos, Alejandro Santo Domingo, Luis Carlos Sarmiento y Jaime Gilinski representa el 11,3% del PIB del país, lo que evidencia su poder económico”. Recientemente salió a la luz pública que el grupo financiero de uno de esos tres hombres, Luis Carlos Sarmiento, presto a la campaña presidencial ganadora de las elecciones de 2018 el 66,9 % del total de los recursos. Más pronto que tarde este grupo le pasara factura al gobierno, porque financiar (en grandes cantidades) da el derecho a reclamar y exigir.

El gobierno no puede reducirse a un instrumento que utilizan los que financian las campañas para comprar el acceso al poder para desde ahí cambiar las reglas a su conveniencia creando exenciones costosas para la sociedad, reduciéndose los impuestos mientras a la clase media y a los sectores populares los ponen a pagar más. Una sociedad en donde los más adinerados se la pasan buscando exoneraciones no es precisamente ni justa ni democrática, ni eficiente económicamente…el que más tiene más aporta, así de sencillo. Mientras algunos tienen su dinero para influir, a los ciudadanos solo nos queda la voz para reclamar y las manos para escribir. Como decía mi profesor de finanzas “No hay desayuno gratis”.