Todo indica que seguimos viviendo las tensiones de un nuevo orden global en proceso de acomodación y esto seguramente nos acompañara durante un trecho, que puede ser largo.
Desde la terminación de la bipolaridad propia del período de la ´guerra fría’, durante el cual tuvimos un orden internacional relativamente ‘estable’, que se basaba en la denominada ‘disuasión mutua asegurada’ o el equilibrio del terror, como lo denominaron otros, pasamos luego a un corto período de hegemonía unipolar norteamericana, durante el cual algunos llegaron a ‘soñar’ con el inicio del ‘siglo americano’ para hacer referencia a un largo tiempo de hegemonía unipolar o cuasi-unipolar. Sin embargo en un tiempo menor a lo previsto la situación comenzó a modificarse. De una parte, con la llegada a la Presidencia de la Federación Rusa de Vladimir Putin, que a diferencia del anterior Presidente Boris Yeltsin, se propuso como tarea estratégica recuperar el sitial y el protagonismo de Rusia en el escenario internacional y va a empezar a hacer valer su rol de potencia nuclear de primer nivel, pese a la debilidad de su economía, va a impulsar la investigación y el desarrollo de armas de última generación y de la informática, pero al mismo tiempo va a exigir el cumplimiento de los compromisos de la OTAN, en el sentido de guardar ciertos acuerdos en lo relacionado con la expansión de la OTAN hacia la antigua zona de influencia de la extinta Unión Soviética. La tensión actual con Ucrania tiene que ver con esto y unas áreas habitadas desde tiempos anteriores por población descendientes de rusos y con complejidades nacionalistas.
De otra parte, la emergencia con fuerza del ‘poder blando’ chino, especialmente en la dimensión económica y diplomática y con fuerza en la denominada ‘ruta de la seda’, así como una proyección global a comprar materias primas –energéticos, pero también otros productos minerales y agrícolas- lo cual lleva a China a expandirse con fuerza en África y progresiva y sostenidamente en América Latina, convirtiéndose en el principal comprador de exportaciones de la región suramericana. Pero luego se va a dar un desarrollo muy fuerte en el campo de la electrónica y toda la industria de computadores, ipad, celulares de última generación, con lo cual la industria china comienza a competir de tú a tú con la industria occidental en ese campo –especialmente norteamericana- y progresivamente China comienza a fortalecer su musculo militar –aviación, armada, ejército de tierra, en lo aeroespacial, etc- entrando a convertirse en un jugador de grandes ligas, junto con Estados Unidos y Rusia. Todo esto viene generando del lado norteamericano grandes preocupaciones y tensiones, evidenciadas en la administración de Trump quien ‘gradúa’ a China como el rival a vencer y en cierta medida el gobierno de Biden continua en la misma dirección y el boicot a los Juegos Olímpicos de invierno no son otra cosa que la expresión de lo anterior.
No hay duda que para las distintas potencias globales, USA, China y Rusia, no es fácil acomodarse a la nueva situación de un orden internacional multipolar, como lo vaticinó hace ya varios años el ex Secretario norteamericano de Estado Henry Kissinger, como la única posibilidad de garantizar un mundo estable, pero llegar al mismo no está siendo fácil. Especialmente con el surgimiento de otra serie de potencias medianas como India, Turquía, Irán, Arabia Saudita, Pakistán, y la histórica Unión Europea que igual aspira a seguir siendo un actor relevante a nivel global. Construir ese orden multipolar es el gran desafío para las potencias y llegar al mismo seguramente que seguirá conllevando tensiones regionales que ojalá no devenga en enfrentamientos militares.