Como es tradicional en Colombia, con bastante anticipación comienza a dibujarse el escenario y los protagonistas del siguiente debate electoral. En 2018 tendremos dos debates electorales: Congreso y Presidente. Por el momento hay una gran incertidumbre acerca de si las reformas que proponga la Misión Especial Electoral, que se conformó a partir de los Acuerdos de La Habana, van a ser aprobados por el Congreso –en teoría deberían serlo, vía fast track- y si dichas reformas entrarían en vigencia inmediatamente para el debate electoral de 2018.
Algunas de las reformas que se esperan de dicha Misión, harían referencia, por ejemplo, a la introducción de lista cerrada obligatoria por partido político, eliminando la lista con voto preferente, que sería un gran cambio en las elecciones para Congreso; igualmente los cambios que se proponga sobre el mecanismo de avales de los partidos políticos a los candidatos y una eventual modificación del Consejo Nacional Electoral por un Tribunal Electoral, entre otras. Si no hay modificaciones en las reglas del juego electoral, es probable que los resultados electorales sean similares, en cuanto al predominio de los tradicionales jefes políticos regionales; el único cambio posible sería el impacto que pueda tener, en algunas regiones, el movimiento político que surja de la reincorporación de las FARC.
A propósito de la contienda presidencial se avizoran tres grandes candidaturas –por supuesto que habrá otras opciones, pero difícilmente tendrán alguna posibilidad, sino se agrupan en convergencias-. De un lado, la de Humberto de la Calle, que no sólo simboliza la defensa y el desarrollo de los Acuerdos de terminación del conflicto armado con las FARC y quien podría lograr el apoyo de la coalición de gobierno, si logra una concertación con los partidos de la misma, pero además es el líder que, según la última encuesta Gallup, tiene el mayor nivel de favorabilidad –sin desconocer que una encuesta es una fotografía parcial de un momento determinado-; de otro lado está la candidatura ‘cantada’ de Germán Vargas Lleras, quien también aspira a ser el candidato de la coalición de gobierno, pero para ello va a requerir, una posición más clara de respaldo a los Acuerdos de La Habana y compromiso de impulso a su implementación y la posibilidad de lograr concertar con los demás partidos de la coalición de gobierno –nada fácil, pero tendría posibilidades-. En tercer lugar, está la candidatura del Centro Democrático y sus aliados –el ex presidente Uribe tratará de reconstruir la coalición con un sector del conservatismo y los líderes más conservadores de iglesias cristianas que lo acompañaron en el No al plebiscito-, sin embargo el problema radica en la existencia de una multiplicidad de candidatos, mínimo tres del propio Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque, más otros dos por lo menos del sector del conservatismo que está cerca a sus propuestas –Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordoñez-. Ninguno de ellos tiene niveles altos de favorabilidad.
Adicionalmente podría conformarse una coalición alrededor de nombres como Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo y Claudia López, que tampoco es fácil que logre unas reglas de juego aceptables para todos. Aquí el de mayor aceptación es Sergio Fajardo.
El escenario está en construcción y los actores principales y de reparto, por terminar de definirse. Amanecerá y veremos.