¿Para dónde vamos?

En las pasadas elecciones al Congreso de la República el Partido Liberal obtuvo 49 parlamentarios (entre Senadores y Representantes) de 267, con el 12,4 % de los votos. Quien quiera “tapar el sol con un dedo” sacará mil excusas, que nos fue mejor que el Polo y el Partido Verde, que tenemos la segunda bancada de parlamentarios mas grande solo por detrás del Centro Democrático, pero nada de ello borra el hecho irrefutable, de que este es el peor resultado electoral en la historia del otrora glorioso Partido fundado el 16 de julio 1848, hoy el liberalismo es más pasado que presente.

El primer paso para salir del “hueco” en el que nos encontramos es aceptar que estamos en una crisis de identidad, mientras esto no suceda, seguiremos siendo complacientes con los resultados obtenidos, y en 4 años veremos disminuir aún más nuestra presencia en el Congreso y nuestro apoyo en las urnas. Se hace muy difícil ganar el respaldo y la confianza ciudadana mientras el liberalismo no defina con claridad lo que representa en la política nacional. Fuimos grandes cuando nos conectamos con los grandes anhelos de las mayorías nacionales, cuando era claro que defendíamos los derechos de las mujeres, las minorías, los campesinos, los trabajadores, las clases medias y sectores populares.

Hoy no sabemos que somos, ni que representamos como partido y mientras eso siga sucediendo los electores no podrán confiar en nosotros. Hemos dejado de ser aquella fuerza transformadora, ya no somos como dicen nuestros estatutos “(…) el partido del pueblo, que tiene carácter pluralista y constituye una coalición de matices de izquierda democrática, cuya misión consiste en trabajar por resolver los problemas estructurales económicos, sociales, culturales y políticos, nacionales y regionales mediante la intervención del Estado”. Hemos vendido y abandonado nuestras banderas históricas. Si queremos como partido volver a ganar el respaldo ciudadano, es decir, volver a ser alternativa de gobierno para desde el poder construir una Colombia más justa e igualitaria, entonces debemos asumir con coherencia nuestro legado histórico y defender con convicción lo que creemos.

No podemos decir que defendemos los intereses de las mayorías nacionales y votar a favor de la reforma tributaria (que subió el IVA), no podemos decir que defendemos los intereses de las minorías y que una integrante del partido promueva un referendo discriminatorio contra la comunidad LGTBI, no podemos decir que defendemos los intereses de las futuras generaciones y votar a favor de la minería en los paramos, no podemos decir que defendemos la economía nacional y votar a diestra y siniestra todos los TLC que el gobierno pone a consideración del congreso, no podemos decir que reivindicamos lo público y votar a favor de la privatización de ISAGEN.

Ojala quienes hoy gozan de liderazgo dentro de la colectividad entiendan que lo que más necesita el partido, es definir un rumbo, reencontrarse con su historia, y resolver la bipolaridad que lo aqueja…hoy el Partido lo que más necesita es un congreso ideológico, pero no para que un puñado de “expertos” nos digan a los liberales lo que deberíamos hacer. Sino que debemos iniciar un proceso en el que se vinculen directorios municipales, departamentales, hasta llegar a un congreso nacional que trabaje por áreas temáticas. Un proceso de debate profundo en argumentos y extenso en geografía, que le dé al liberalismo una hoja de ruta, planteada desde su militancia. Para recobrar la confianza ciudadana y volver a conectarnos con la gente común y corriente que espera un liberalismo coherente que se la juegue por sus aspiraciones e intereses.

Esto se hace fundamental para recuperar el rumbo, y darle razón al ejercicio político, porque si no sabemos que somos ni para donde vamos ¿el poder para qué?

*Resultados Partido Liberal en elecciones parlamentarias