Vivir en paz es vital, y para ello es imperativo lograrse tolerancias que afiancen inclusiones.
Hay sociedades que mal conviven por culpa de choques ideológicos, supuestamente emanados de amalgamas culturales.
Pretextos peligrosísimos porque, carcomiendo, enferman empujando a metástasis, matando desde adentro a pueblos, tornándose en irreversibles suicidios sociales.
Hay países, donde intolerancias y exclusiones, hacen fracasar avances hacía una paz estable y duradera.
Sin embargo, hay un país, que gracias a la política estatal asumida ha convertido la armonía multicultural en una forma de vida, ¡exitosa!
Azerbaiyán, nación caucásica, devino en un buen ejemplo de comprensión mutua y respeto de todas las identidades, haciendo importantes contribuciones al fortalecimiento de la tolerancia a las tradiciones, el fomento de armónicos diálogos entre civilizaciones, arraigándose el respeto a la diversidad religiosa.
La peculiar ubicación de Azerbaiyán entre Europa del Este y Asia Occidental, han hecho del país un espacio de encuentro de personas de diversas religiones y etnias que conviven con mucho respeto, gracias a la agenda desarrollada por el gobierno azerbaiyano.
Lo alcanzado en Azerbaiyán deviene en tradicional conducta social heredada de su historia: fue el país que estableció la primera democracia secular entre los musulmanes, en 1918, y propició el voto femenino en 1919; Azerbaiyán es un país modelo de coexistencia pacífica entre personas de diferentes naciones y religiones, paradigma que bien puede ser imitado por todos los países del mundo.
Vitrina de sabiduría y efectividad multicultural mostrada en los Foros sobre Diálogos Interculturales, que acontecen en Bakú, la capital de Azerbaiyán, donde los azerbaiyanos comparten sus experiencias a la Humanidad.
Mediante esta iniciativa, conocida como el “Proceso de Bakú”, Azerbaiyán reconoce el poder del diálogo intercultural y demuestra que tales reuniones acercan a las personas y crean las condiciones para relaciones interculturales positivas e inclusivas.
Así Azerbaiyán contribuye al logro de un mundo más pacífico donde predomine la inclusión social, el respeto entre personas de diferentes identidades culturales y religiosas, aceptándose la diversidad, promoviéndose voluntades para rechazar extremismos.
Incluso es loable destacarse que cuando delegaciones religiosas azerbaiyanas viajan por el mundo, es muy sui generis la composición de tales comitivas: aunque el pueblo azerí está compuesto en un 90% de creyentes en el islam, sólo va 1 representante musulmán (en nombre de todos los musulmanes chiitas y suníes) mientras que la mayoría de la delegación es conformada por líderes de las comunidades ortodoxa, católica, cristiana, judía.
En octubre de 2016, durante visita a Azerbaiyán, el Papa Francisco elogió a las autoridades azerbaiyanas por lograr éxitos en tolerancia religiosa e inclusiones sociales.
Azerbaiyán es una muestra de país exitoso en consumar cohesión social, erigiéndose en buen ejemplo de tolerancia y respeto entre personas disimiles, positivo modelo en medio de tanto radicalismo excluyente polarizando que azota a sociedades anhelantes de paz.
Es que vivimos en un mundo donde el multiculturalismo se mueve en medio de adversidades signadas por intolerancias en el seno de sociedades desarrolladas económica y tecnológicamente, pero muy frágiles, débiles, y empobrecidas en cuanto al fortalecimiento humano.
En Azerbaiyán los valores humanos están fuertes, muy vitales, gracias a la tradición azerí de buena convivencia cultural, afianzada por el gobierno azerbaiyano, en un país donde conviven armoniosamente musulmanes, judíos, cristianos.
Azerbaiyán es un Estado joven, pero con una milenaria historia cargada por un rico legado donde el multiculturalismo es un activo más valorado que la abundancia de petróleo y gas que hay en el subsuelo donde se erige este gran país, gigante por su pueblo.
Un excelente amigo de Latinoamérica, el señor Mammad Talibov -embajador de Azerbaiyán en México, Costa Rica, y también representante del gobierno azerbaiyano ante Colombia, Panamá, Perú, Honduras, Guatemala- con sano orgullo y mucho entusiasmo me dijo que “en Azerbaiyán no importa tú religión, lo importante es quien eres”. Filosofía que deberían adoptar todos los países para darles una mejor vida a los pueblos.
Los azerbaiyanos –con una histórica influencia turca, persa, árabe, soviética- son muestra de pujanza en desarrollo y crecimiento humano. Vivo ejemplo de sociedad que bien puede ser imitada sin importar que se sea latino, asiático, africano, europeo, todas las personas necesitamos y merecemos vivir mejor y Azerbaiyán es un modelo positivo digno de secundarse.
Azerbaiyán avanza más, aplicándose medidas para fortalecer la convivencia, afianzándose diálogos interculturales y religiosos. El gobierno azerbaiyano y la Fundación Heydar Aliyev llevan adelante programas para restaurar monumentos culturales y religiosos al tiempo en que se construyen nuevos símbolos que representan a todas las expresiones sociales que conforman a la sociedad azerbaiyana.
El presidente de Azerbaiyán, el señor IIham Aliyev, enfocó al “multiculturalismo como un estilo de vida” y a partir de esa orientación los azerbaiyanos han crecido aún más, consolidándose como una de las sociedades más humanizantes del mundo.
Aunque nadie es idéntico, todos somos distintos, con religiones diferentes, idiomas disimiles, culturas e idiosincrasias variadas, por lo que no somos homogéneos y estamos conscientes de lo nefasto del igualitarismo, a sabiendas de que ninguna sociedad es superior a las demás y que no puede permitirse que políticas sean impuestas sobre las autodeterminadas por gobiernos libres e independientes, debemos tomar conciencia de que el multiculturalismo eficiente es el camino seguro hacia el logro de una cultura de paz.