Una proporción importante de la sociedad colombiana quiere una Universidad Pública autonoma, financiada y de calidad y a la cual tengan acceso real las mayorías del país. En mi opinión, eso explica la acogida favorable que ha tenido, en sectores de la sociedad, el movimiento que se ha venido desarrollando en todas las instituciones de educación superior y del cual han sido protagonistas fundamentales los Rectores, los profesores y los estudiantes. El problema tiene un aspecto fundamental, pero no único, en la situación financiera de las Universidades, pero también en la valoración social que hay de las mismas en sectores de la opinión Nacional. Las Universidades Públicas deben tener un rol central en la formación de nuevas generaciones de colombianos, en la investigación y en el papel que juegan frente a los grandes problemas nacionales.
Por ello resolver el aspecto de la financiación de las Universidades, es un aspecto estratégico y que no tiene solución sencilla, pero no es el único aspecto, sino además como la Universidades Públicas adquieren la centralidad que debería tener en la sociedad colombiana y ese es un tema de mayor calado. En relación con la situación financiera, es evidente que el acuerdo del Presidente Duque con los Rectores no es la solución, pero si es un paso importante en la dirección correcta; por ello, reconociendo la importancia del mismo, se debería seguir en la perspectiva de que se instale una Mesa Amplia, donde este el Gobierno -especialmente los ministerios de educación y Hacienda-, unas delegaciones de los Rectores del SUE, de las organizaciones de profesores y de estudiantes, para que en un tiempo prudencial -no inferior a seis meses- se propongan soluciones a los temas de fondo como son el déficit acumulado, la propuesta de modificación de la Ley 30 de educación superior y demás aspectos; esto debe estar acompañado de una normalización de las actividades académicas y claro se pueden y deben seguir manteniendo las movilizaciones, debates y demás actividades pedagógicas y de educación informal de las universidades. Creo que los lúcidos dirigentes del movimiento, tanto profesoral como estudiantil y de los Rectores, que los hay y en cantidad, deben entender que no hay soluciones simples ni de corto plazo, que el recurso a las vías violentas es totalmente negativo y que cada vez genera más rechazo, pero que si existe una oportunidad histórica para que se avance sustancialmente en la dirección que se quiere.
Un movimiento como el que se generó tiene su fortaleza justamente en la acción unificada de profesores, estudiantes y directivos y en la utilización creativa de diversas modalidades de plantear los temas con el Gobierno, el Congreso y la Sociedad -no debe ser la vieja modalidad del pliego de peticiones- y de comunicación con la sociedad, de tal manera que los colombianos cada vez vean y valoren la centralidad e importancia de su Universidad pública y no como algunos medios y sectores pretenden presentarla despectiva y despreciativamente. La Universidad Pública debe cada vez más jugar un papel central y propositivo frente a los grandes problemas nacionales y cumplir el rol de ser el espacio del pensamiento critico por excelencia, también significa que pueden aportar soluciones en el hoy y el ahora, que requiere el país. Así puede ir ocupando el lugar trascendental que amerita en una sociedad democrática.