Es paradójico que el deporte sea una de las actividades que mayores glorias, alegrías y reconocimiento le da al país, pero sea a la vez una de las que pueda tener menos financiación. Esa posibilidad representa una suerte de luto para los colombianos que amamos el deporte, porque vemos en la desfinanciación de este sector tan importante, la desaparición de los procesos de formación deportiva y la escasa representación de nuestros deportistas en las justas nacionales e internacionales de donde nos viene –justamente- la admiración y el reconocimiento de otros países.
Valoramos que la administración de Juan Manuel Santos haya dado un salto importante en la financiación del deporte nacional pasando de 150 mil millones en el año 2010 a 436 mil millones en el 2015 (año de Juegos Nacionales), a 530 mil millones en el 2016 (año de olímpicos) y 2017, pero es desalentador saber que para el 2018 se espera que la inversión sea de solo 180 mil millones de pesos. No obstante, lamentamos que hoy los recursos del deporte estén muy por debajo de la mitad respecto a los años inmediatamente anteriores.
Lo anterior es preocupante, entre otras razones, porque la desfinanciación no afecta solo los procesos de alto rendimiento, sino los procesos formativos de base del deporte colombiano. Con este panorama el riesgo está en las nuevas generaciones que son el relevo de nuestras glorias deportivas, con lo cual el futuro del deporte colombiano queda en entredicho.
En estos momentos vale la pena recordar las palabas de Kofi Annan, Exsecretario General de las Naciones Unidas: “La gente de todas las naciones ama el deporte. Sus valores -buen estado físico, el juego limpio, el trabajo en equipo y la búsqueda de la excelencia- son universales. Esta puede ser una poderosa fuerza positiva en la vida de los pueblos devastados por la guerra o la pobreza, especialmente los niños”. En tal sentido, debemos tener en cuenta que en la transición al posconflicto el deporte es un motor de transformación social y una herramienta fundamental para la calidad de vida de los territorios y poblaciones, de cara a consolidad una paz estable y duradera. Ahora bien, preguntémonos: ¿qué podemos hacer sin recursos para invertir en este capítulo importante de la transición? y también ¿cuál será el futuro que vamos a construir?
Quiero con esto llamar la atención de mis compañeros Congresistas y al Gobierno Nacional, para que no perdamos de fondo el alcance tan importante del deporte en el contexto del postacuerdo y para que en el debate sobre el presupuesto para los recursos del deporte sean garantizados. Particularmente, tengo un compromiso personal para que así sea, porque soy un convencido que en muchos lugares de nuestra geografía hay niños pedaleando, saltando o corriendo detrás de un balón, para ser los próximos Rigoberto Uran, Cateherine Ibarguen y James Rodríguez, y para darnos la alegría que merecemos como pueblo que camina hacia la paz.