No sé si me sorprende más la forma como los expresidentes se sacan los trapitos al sol frente a la opinión pública, o la falsa declaración del expresidente Andrés Pastrana quien, según lo registró la revista Semana el 13 de octubre, afirmó en la Cumbre Viva 21 que realizó el partido político Vox de España que “en Colombia las protestas fueron financiadas por Maduro y el ELN”.
Por otra parte, de acuerdo con la publicación alemana Deutsche Welle ( D.W. 18 de junio), este honorable expresidente ha sido acusado por la autoridad electoral peruana de difundir fake news al decir que “la mesa electoral donde votó Keiko Fujimori fue declarada como «ilegible».
Como si fuera poco, el 8 de septiembre los hermanos Rodríguez Orejuela le respondieron a Pastrana a través de una arrolladora carta en la que lo señalan de corrupto y declaran además que fueron víctimas de un chantaje cuando el expresidente les hizo llevar a la cárcel para amenazarlos con la extradición.
Para colmo, el pasado 31 de agosto el expresidente Samper revivió la polémica al pedir explicaciones a Pastrana cuando este apareció en la ‘lista negra’ de celebridades involucradas en la red de tráfico de Epstein revelada por Anonymus.
Ante este panorama tan vergonzoso para un exjefe de Estado y para los colombianos a los que nos pone en ridículo, recuerdo lo dicho por su Santidad el Papa Francisco en la homilía del domingo cuando habló de la diferencia entre surgir y servir.
Si vemos el espectro político de nuestro país, lo que les interesa a algunos de los políticos es triunfar al precio que sea, ser famosos y tener poder; pero se les olvida que lo fundamental no es eso, sino servir, tener caridad, solidaridad por los que nada tienen.
Jesús se preocupó por servir y por pensar en el bien común de todos, en particular de los desvalidos. Cuando se impone la avaricia y el egoísmo sobre el servicio a los demás, se pierde el sentido de lo que debe ser realmente la política.
Lamentablemente, con honrosas excepciones, a nuestros políticos el poder y la codicia los enceguecen, les hacen perder la perspectiva de su verdadera función, y, con sus escándalos y su comportamiento poco apropiado para un exmandatario, condenan a todo un pueblo al escarnio público internacional, ya que los seres humanos tienden a generalizar y creerán que, si así son nuestros políticos, así será entonces la sociedad colombiana.
Vivimos en una nación con antivalores y algunos en la sociedad no terminan por despertar y poner su cerebro a funcionar, ya que los políticos los han acostumbrado a pensar por ellos y a no ver la realidad en blanco y negro.
Lo triste es que el odio y la polarización se le deben a esta clase de políticos que con su miseria humana prefieren dividir a la sociedad colombiana en su propio beneficio como si fuéramos enemigos, cuando lo que debemos es sacar del escenario político a estos especímenes que solo producen cáncer social e institucional.
El declarar el ilustre Sr. Pastrana que las protestas sociales se deben a Maduro y al ELN es decir que Maduro y el ELN tienen más poder que el Estado colombiano, y quizás tenga razón, pues él y otros de sus colegas, con sus actuaciones ciegas que no quieren ver la necesidad de reformas estructurales para que exista equidad y más presencia del Estado en la geografía colombiana a fin de mejorar la condición de vida de los colombianos en general y en particular de los conciudadanos que habitan en las regiones en las que hay conflicto armado, debilitan la gobernabilidad y la democracia.
Por eso es que algunos consideran que es un sofisma el que Colombia se esté desarrollando, porque a personajes como el Sr. Pastrana y otros politiqueros no les conviene que en verdad el país se desarrolle, ya que parece que no quieren la paz, puesto que la paz y el desarrollo forman un matrimonio indisoluble.
Como lo dije en una de mis columnas, estamos aburridos de expresidentes y sobre todo de aquellos que no miran más allá de su nariz porque su populismo y arrogancia los embargan.