No todos los días se cumplen ciento cincuenta años; por eso la mayoría de los miembros de la comunidad de la Universidad Nacional estamos de plácemes. El 22 de septiembre de 1867, en el contexto de los gobiernos del radicalismo liberal se creó la Universidad Nacional -teniendo como referencia lo que había creado en su gobierno el General Francisco de Paula Santander, las Universidades Centrales de Quito, Santa Fe y Caracas- y como parte de los esfuerzos que en la segunda mitad del siglo XIX se adelantaban para construir una identidad nacional. Por eso en el ADN de la Universidad Nacional ha estado siempre presente contribuir a la búsqueda de solución de los grandes problemas nacionales y por supuesto ayudar a construir elementos identitarios en una sociedad donde por momentos parecieran predominar las identidades regionales antes que la identidad nacional.
Sesenta años después, en el Gobierno de Alfonso López Pumarejo, se le dio el campus que actualmente tiene en la sede Bogota y que es un orgullo no sólo Nacional, sino internacional. Progresivamente fue extendiendo sus sedes a las ocho actúales, en su orden, Medellin en los años 30s con la Escuela Nacional de Minas, Manizales en los 40s con la Facultad de Ingenieria, Palmira en los años 30s con base en la Escuela Superior de Agricultura Tropical, Leticia, Arauca, San Andres y Tumaco; en próximos meses se inaugurara la de La Paz (Cesar).
Sin pretensiones ni exageraciones, la Universidad Nacional, es la primera Universidad del país, desde el punto de vista de los indicadores que se quieran tomar: tamaño y calidad de su planta docente, sus estudiantes -más de cincuenta mil por estos tiempos-, programas académicos de pregrado y postgrado -96 programas de pregrado y 350 programas de posgrado- grupos de investigación, presencia nacional, programas de contribución a la solución de problemas nacionales -debemos destacar los aportes acerca de la comprensión y solución de las diversas violencias que han atravesado nuestra historia, tanto la violencia bipartidista de mediados del siglo pasado, como las nuevas violencias posteriores-, los egresados ilustres que allí se han formado, dirigentes políticos como Mario Aramburo Restrepo, Laureano Gómez y Jorge Eliecer Gaitan, ex presidentes como Carlos Lleras Restrepo y Virgilio Barco, empresarios como Nicanor Restrepo Santamaria, Carlos Ardila Lulle y Luis Carlos Sarmiento, científicos y humanistas como la botánica Gloria Galeano, el arquitecto Rogelio Salmona, el abogado Gerardo Molina, el psiquiatra Luis López de Meza, y el poeta y humanista León de Greiff, entre muchos otros.
Todo lo anterior años llena de sano orgullo y es parte del patrimonio nacional y por ello deseamos que nuestra Universidad Nacional, no sólo célebre como se merece estas efemérides, sino que inicie un camino más productivo aún hacia el segundo sesquicentenario. No pretendemos monopolizar la representación de las universidades estatales, pero si estamos seguros, que la Nacho, como coloquialmente la llaman muchos de nuestros estudiantes y docentes, es referencia obligada de la educación superior de primerísima calidad en Colombia y América Latina.
Nos congratulamos, encabezados por nuestros cuerpos directivos, con toda nuestra sociedad, las autoridades gubernamentales y las instituciones de educación superior, para las cuales buscamos ser, un apoyo, un compañero de viaje, pero también un referente permanente.