Sobrevivirnos

Opinión Por

Nuestra existencia es efímera, pero podemos trascender si legamos huellas imborrables. Esta crisis que vivimos bien puede servirnos para crear empatías.

Las personas somos palomas o serpientes, dependiendo de la elección de cada cual, y somos cooperativos cuando queremos.

Nuestros talones de Aquiles son el individualismo, egoísmos, la tendencia a pensar demasiado en sí mismos y muy poco en los demás, antivalores con los que nos impregnamos durante siglos, empero, estamos viviendo en otro siglo de un nuevo milenio.

El 2020 nos llevó a trabajar con otros, con pragmatismo, tomándose conciencia, enfocados en construir bases seguras para el futuro.

Es que nos llegó el Covid-19, haciéndonos trabajar juntos, cuidándonos, científicos uniéndose para crear vacunas, ciudadanía siendo solidaria para evitar hambrunas.

El año que terminó nos está demostrando que debemos cambiar muchas cosas, conductas, para transitar en un 2021 que permita a nuestras mentes resolver los problemas que están asfixiándonos. Conocimientos basados en experiencias, por muy amargas y duras que sean, nos darán frutos.

Lo que se rompió, destruyó, acabó, ha quedado en el camino, y lo que vuelva a nuestras vidas regresará bajo otras formas y patrones, la verdadera nueva “normalidad”.

En este nuevo año nos toca sembrar distinto para poder cosechar diferente.

Creo que este año empujara a crearse luz para hacer desaparecer oscuridades; eso sí con paciencia y tolerancias.

Este año no permitirá estancamientos porque ansiamos recuperarnos y entonces se impone avanzar, raudos, veloces, moviéndonos rápidos hacía el mundo que merecemos, necesitamos, anhelamos, vital para sobrevivir fuertes.

¡Ojo! Podrían acontecer múltiples estallidos sociales si esos estatus sociopolíticos no se actualizan, o cambian. Se impone evolucionar, tomándose conciencia de que hay que mirar a las personas como un todo, mirándose integralmente, viendose las necesidades que tiene la gente de expansión, de liberación, de crecer, de estar mejor.

El 2021 está llamado a ser el año de la RESURRECIÓN. Tenemos que resurgir, cual Ave Fénix, accionando para lograr cambios que nos permitan superarnos, desarrollarnos.

El éxito dependerá de que seamos solidarios, cooperativos, y para eso hay que andar muy juntos, sin ambivalencias, despojándonos de polarizaciones.

Nos sobreviviremos, resurgiendo, renaciendo, si logramos tender puentes sin dejarnos contaminar. Somos quienes tenemos que manejar nuestros destinos y así lograremos victorias, habrán disfrutes, mejores nuevos tiempos.

Los ególatras, excluyentes, polarizadores, no tendrán cabidas, serán anulados porque la gente necesita de la solidaridad, de la cooperación, de sumarnos, unirnos, para sobrevivir.

Si todos somos de todos, algo de nosotros quedará en los demás y así nos perpetuaremos, el anhelo que siempre llevamos adentro para darle sentido a nuestras existencias.

Y como las realizaciones personales dependen de que se tengan visiones a largo plazo, tendremos que acabar con los pensamientos cortoplacistas que tanto daño nos han hecho.

Esos políticos que apenas miran hacía las próximas elecciones no tendrán futuro. La gente necesita de líderes reales, con visión larga, pragmáticos, que trabajen para las personas liderando procesos, para el bien de todos, pero con todos.

Ya el mundo cambió, hay una ruptura, acontece un renacimiento, y esa resurrección demanda que se tenga muy en cuenta a las voces de las mayorías, ávidas de cambios ¡ya!

Las formas de hacer política tienen que ser distintas, dándoseles voz a las futuras generaciones, porque las acciones de hoy repercutirán en el mañana.

En Japón estan aplicando lo que los nipones llaman el “diseño futuro”, basado en una práctica ancestral de las comunidades aborígenes estadounidenses, consistente en que al tomarse decisiones se tiene muy en cuenta el impacto en las siguientes siete generaciones.

Los japoneses se reúnen en dos grupos: a uno les llaman los residentes del presente y a la otra mitad se les denominan los que vivirán a partir del 2050. Los resultados más asombrosos es que los ciudadanos que se imaginan viviendo dentro de tres décadas conciben ideas transformadoras, muy positivas, para el bienestar de las comunidades.

Muchas sociedades deberían adoptar esta modalidad para revitalizar democracias, reinventarlas, dándosele voz a las generaciones futuras, usando la imaginación que abunda en los seres humanos.

Hoy en el mundo vivimos unos 7.700 millones de personas. En los próximos dos siglos se estima que nacerán decenas de miles de millones. Entre ellos estarán nuestros nietos, bisnietos, tataranietos, sus amigos. Cómo nos mirarán por lo que hicimos o dejamos de hacer cuando tuvimos la oportunidad de mejorar vidas.

Deberíamos ganarnos el ser recordados como muy buenas personas y no por imbéciles egocéntricos, cortos de mentes, incapaces de crecer.

Nuestros cerebros estan dotados con la capacidad de poder pensar a largo plazo. La mayoría de las demás criaturas, los animales, no son capaces de pensar con tanta anticipación como podemos las personas. Somos increíbles por poder hacerlo, y aunque es extraordinario, muchas veces no lo hacemos, por pereza o estúpida egolatría. Hacerlo puede motivarnos a actuar, y muy bien, excelente.

Esta crisis que vivimos debe enseñarnos en qué hemos estado fallando, para replantearnos, y avanzar.

Las crisis siempre han sido oportunidades para repotenciarnos, ser más creativos, mejores.