El pasado 11 de febrero Caracol radio entrevistó a las 6 am al fiscal general de Venezuela Tarek William Saab, quien habló sobre la detención de Aída Merlano.
Independientemente que a uno no le guste el régimen venezolano, no se puede desconocer que al escuchar al fiscal general del vecino país, no solo habló con lógica, sino con fundamentos jurídicos y con gran altura sobre el caso de la ex congresista colombiana.
Me sorprendió escuchar que uno de los periodistas que lo entrevistó, quien al parecer fue el señor Gustavo Gómez, se dejó llevar por su animadversión por el gobierno de Maduro y no tuvo la altura ni el profesionalismo, ni la cortesía para entrevistarlo, pues sus actitudes fueron agresivas y groseras, y en estos casos, lo que debe importar es la ética profesional y tener la inteligencia emocional para ejercer el autocontrol que se requiere.
No se discute el oso que ha hecho el gobierno nacional al pedirle la extradición de la señora Merlano al presidente de papel Juan Guaidó, cuando quien tiene el poder y ejerce el control del establecimiento en Venezuela es Nicolás Maduro.
Son muchas las equivocaciones que el gobierno del presidente Duque ha tenido en el manejo diplomático de este caso en particular, y en las relaciones con Venezuela, pues ha perdido la perspectiva de hasta dónde debe apoyar a que se obtenga la democracia en el vecino país, y hasta donde es injerencia en sus asuntos internos, pues este es un tema que le atañe no solo a los venezolanos el resolverlo.
Según lo manifestado por el fiscal general Saab, y por lo que se conoce en los medios colombianos de comunicación, en relación con lo que ha declarado o confesado Aida Merlano sobre la corrupción en la política y el carrusel de compra de votos en la Costa Atlántica, que salpica a muchos peces gordos que se pasean por el Palacio de Nariño, a otros caciques regionales y a personalidades del mundo político nacional, no es de extrañar ni poner en duda que es en estas esferas donde la corrupción más pulula.
Esta realidad que no se puede ignorar, así la señora Merlano no lo hubiera mencionado, no era motivo para que el periodista en cuestión demerite las versiones de la reclusa, y menos que se enoje con el Fiscal General venezolano. Como se dice: Se le nota que es víctima de la polarización.
Si en Colombia a través de su historia violenta han matado jueces, líderes sociales, reinsertados, candidatos a la presidencia, magistrados, campesinos, periodistas, exterminado partidos políticos como la UP solo porque piensan distinto, ¿Por qué nos escandaliza el hecho de que la vida de la señora Merlano pueda estar en peligro, al ella revelar toda esta corrupción del carrusel de los votos?
Se han visto en el pasado fotos de esta ex congresista con los Gerlein, los Char, ex presidentes incluso con el actual presidente, y para ese entonces se le consideraba a ella como una congresista respetable, ahora que ha sacado a la luz pública toda esta podredumbre, la señora Merlano resulta ser la mala del paseo; esto es caer en el maniqueísmo y rayar en lo absurdo.
Lejos de querer estar del lado venezolano, tampoco se puede estar del lado colombiano cuando las incongruencias y la doble moral son el pan de cada día, y lo peor es que en un país que quiera tapar los problemas como se tapa el sol con un dedo, esto conduciría más rápido al abismo, por lo que no se puede ignorar siendo imparciales, que el Fiscal General Saab habló en derecho de manera correcta y analítica, ajustada a las leyes de ese país y con un juicio serio a la luz de los temas consulares.
Por lo anterior, pienso que ya es hora de dejar esta telenovela y las antipatías que nos genera el gobierno del vecino país, y hay que ponernos serios y ecuánimes para saber qué es lo que queremos y lo que nos conviene como nación.
En el caso de la Señora Merlano sí la decisión es pretender que la ex congresista sea extraditada a Colombia, entonces habrá que dejar a un lado el tema del presidente Guaidó que no funciona, y hacer la solicitud al gobierno de Maduro, y a la vez, garantizarle en verdad a la extraditada sus derechos fundamentales y el debido proceso.
Toda esta situación de corrupción y de faltas de garantías procesales que se vislumbra con las distintas noticias de prensa que se conocen a diario en torno a este caso, es la consecuencia de que el conflicto armado permeó la sociedad colombiana, haciéndole perder su norte, sus valores, y corrompiéndola. Ya es hora de voltear la página, de construir país y de fortalecer la justicia, caiga quien caiga, pues la ley es para todos y no solo para los de ruana.