Una de las fallas estructurales de nuestra economía es que sus niveles de productividad son muy bajos. Aún tenemos muchos sectores empresariales donde no existe el acceso a la ciencia y la tecnología. De seguir por ese rumbo, será imposible superar la gran dependencia que tenemos hoy de la minería y los hidrocarburos. Se necesita una gran alianza de los principales protagonistas -trabajadores, empresarios y el Estado- para construir un consenso que saque a Colombia del circulo vicioso del bajo crecimiento y la desigualdad.
La solución no es, como lo propone Petro, la estatización de la economía o regresar a un pasado proteccionista a ultranza, desconectados de las corrientes internacionales de inversión y comercio. Existe un potencial inmenso en el talento humano de nuestros compatriotas, en la habilidad empresarial de los colombianos, en las miles de hectáreas de tierra improductiva, en la innovación e ingenio de nuestros creadores, en la biodiversidad. Con ese potencial vamos a construir una política de desarrollo económico que se traduzca en alto crecimiento, empleo de calidad, menor informalidad y aprovechamiento de todas las ventajas comparativas y competitivas de nuestro país.
No hay crecimiento sin empresarios. Desafortunadamente, las políticas de este gobierno y del uribismo han llevado a que los apoyos y las exenciones tributarias al sector privado queden en las manos de los mismos empresarios mimados de siempre. Mediante nuestra política de justicia tributaria los apoyos preferentemente irán a los innovadores, a quienes generen más empleo, a los que se comprometan con el valor agregado y la productividad. Una nueva generación de empresarios, gladiadores y guerreros, que conquisten mercados y que sean socialmente solidarios.
Vamos a poner en marcha un plan de incorporación a la formalidad acelerada y masiva de pequeños y medianos empresarios. Pasar de la informalidad a la formalidad no puede ser de un día para otro. Llegar a la formalidad será a través de una transición gradual, no de sopetón. Y vamos a reducir todos los costos asociados a la formalización, registros, cámaras de comercio, trámites y notarías a la mitad.
Hay que pasar de un crecimiento sin impacto social como del que se vanagloria el gobierno, a un crecimiento basado en profundizar la demanda interna, incorporando al mercado a los históricamente marginados del consumo. Creemos que una política de impulso a la economía verde, es decir aquella basada en las actividades para construir la sostenibilidad, mediante financiamiento, asesoría e incentivos. Finalmente, vamos a hacer una revolución del valor agregado en el cuál las empresas y empresarios que asciendan por la cadena de valor sean premiados.
Los incentivos en materia de investigación y desarrollo tendrán como prioridad apoyar a los pequeños y medianos empresarios para que accedan al conocimiento y a nuevas tecnologías. Colombia necesita propuestas reales y estratégicas, y no especulaciones populistas sacadas del sombrero.