Empezando este nuevo año proliferan las especulaciones y premoniciones sobre diversos aspectos y como hay uno que indudablemente nos afecta e involucra, como es la situación política de Venezuela y su relación con la región, especialmente con nosotros, al ser uno de sus vecinos más relevantes.
La situación venezolana no se va a solucionar por la vía de la confrontación militar -eso nos coloca en un conflicto geopolítico global-, ni por el aislamiento regional -no parecemos dispuestos a aprender de nuestra historia regional y lo que en su momento fue el aislamiento de Cuba, bajo la batuta de USA y con la OEA como mecanismo, que sólo sirvió para colocarlos en el campo sovietico de la época-. No hay duda que la salida hacia una transición pasa por negociaciones y acuerdos políticos entre el sector político del chavismo y el de la oposición – con bastantes fracturas los dos-. Para ello lo fundamental es empezar a ayudar a construir el escenario y el procedimiento creíble en que se puedan dar esas negociaciones -el que se hubiera ensayado antes y no hubieran fructificado no es una razón para descartar el mecanismo, hay que revisar los procedimientos que se utilizaron y corregir lo que se considere no funcionó-.
La fórmula transicional a que se llegue debería ser parecida a lo que nos permitió a los colombianos salir de la violencia fratricida entre conservadores y liberales: por lo menos dos gobiernos compartidos entre chavistas y oposición, con una economía mixta donde el Estado maneje los recursos estratégicos -obviamente con una PDVSA modernizada y gerenciada con criterios técnicos- y un respeto y colaboración plena con los empresarios privados para que desarrollen su capacidad empresarial; se debería adelantar un proceso de profesionalización de la Fuerza Armada Nacional para que se consolide como la garante de las reglas para todos los venezolanos; en paralelo, un cuerpo constituyente escogido de común acuerdo definiría los ajustes que deberían introducirse en la Constitución y especialmente las reglas de juego electoral. Todo ello debería estar acompañado y apoyado por la comunidad internacional, no sólo de la region, sino de Europa, Asia y Africa, además de la ONU, por supuesto.
Para esto se requiere un grupo de personalidades que puedan ayudar en esa dirección y por supuesto que sean creíbles para los dos campos.
Una pregunta que me ha venido rondando es la siguiente: ¿un serio proceso de conversaciones entre el Gobierno Duque y el ELN no podría ser un factor que contribuya colateralmente a la solución de la situación venezolana y viceversa? Para ello deben reanudarse esas conversaciones, por supuesto con una decisión previa del ELN de acabar con el secuestro y un cese unilateral temporal, pero igualmente un compromiso del Gobierno para reanudar la Mesa de Conversaciones una vez se produzcan esos hechos, para eso es que se requiere un grupo de buenos oficios -podrían ser congresistas, prelados de la Iglesia y otros con esa exclusiva tarea-. Una vez sentadas las dos delegaciones se podrán redefinir las condiciones de esas conversaciones, frente a las nuevas realidades políticas.