La tragedia en Mocoa se debe convertir en una oportunidad para reflexionar sobre lo que está pasando con los efectos del cambio climático y sobre lo que estamos haciendo con el medio ambiente.
Tenemos una enorme responsabilidad y debemos asumirla. Se debe evitar que se sigan presentando casos como el de la capital de Putumayo y tomar las medidas necesarias para proteger la vida y los bienes de las personas que habitan las zonas ribereñas en todos los departamentos del país.
Colombia es uno de los países más ricos en recursos hídricos ya que cuenta con ríos como Amazonas, Magdalena, Cauca, Guaviare, Putumayo y el Caquetá, entre otros muchos. En algunos casos, estos afluentes superan los 1.000 kilómetros de longitud y cubren todo el país por los cuatro puntos cardinales.
Lo que parece ser una enorme ventaja puede convertirse en un dolor de cabeza si desde los gobiernos departamentales y municipales no se adelantan los trabajos suficientes para el mantenimiento de los cauces o no se involucra a los habitantes en planes que garanticen el normal flujo de las aguas de los ríos.
Corresponde a todos y en particular, a las autoridades, crear una cultura de la prevención ante eventuales riesgos de inundaciones o desbordamientos. Además implementar sistemas de alerta temprana y capacitar sobre lo que se debe hacer en caso de una emergencia.
Es importante que haya información y vigilancia permanentes sobre lo que deben hacer los habitantes de las zonas ribereñas hacer para el cuidado de su entorno y el mantenimiento de los ríos, que incluyen programas de reforestación para prevenir la erosión, así como el mantenimiento de caños y alcantarillas.
Es responsabilidad de los gobiernos departamentales y locales adelantar trabajos permanentes de dragado, construcción de canales y otros trabajos que eviten la acumulación de basura y otros elementos que puedan originar represamientos en los afluentes. Lo sucedido en Mocoa debe llamarnos la atención sobre un manejo ambiental adecuado y la adopción de políticas claras para mitigar el impacto por el cambio climático.
Corpoamazonía reveló una cifra preocupante: el 60 % de la deforestación nacional se concentra en cinco departamentos, entre ellos Putumayo, que en 2015 perdió 9.214 hectáreas de bosque. La Amazonia sigue siendo la zona más impactada: allí se concentra el 46 % de la deforestación de todo el país (56.962 hectáreas).
La Procuraduría, por su parte, advirtió que el 85% de los municipios no cuentan con un sistema electrónico de alertas tempranas de amenazas naturales a pesar de que el 82% de los municipios tienen habitantes asentados en zonas de riesgo. Para el 2015 solo el 35% de los municipios había realizado ajustes relacionados con el cambio climático en sus planes de ordenamiento territorial y el 1% del total nacional, han logrado la aprobación de proyectos para enfrentar el cambio climático como recomienda la ONU.
Teniendo en cuenta que el 67% de los municipios del país se encuentran en regiones montañosas los vuelve altamente vulnerables al cambio climático, de modo que más de la mitad del país se enfrenta a condiciones de riesgo, de hecho el 93% de los municipios colombianos sufrieron algún tipo de afectación por la ola invernal de 2011. Entre 2010 y 2013 en el 71% de los municipios del país se registraron incendios forestales, deslizamientos en el 79%, erosión en el 71% e inundaciones en el 74%.
La tragedia de Mocoa pudo haberse originado según Corpoamazonía a “las características de los suelos (arenosos y arcillosos), las fallas geológicas, la topografía del terreno (pendientes de más de 50 %), el cambio en el uso del suelo y la precipitación extrema, desencadenaron deslizamientos y fenómenos de remoción en masa en las partes alta y media de las microcuencas”.
Consultado por El Espectador el geólogo Germán Vargas Cuervo, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional, advirtió que hay otros 385 municipios que están en situación de riesgo por avalanchas. Villagarzón, San José del Fragua, Belén de los Andaquíes, Puerto Rico, La Uribe, Lejanías, Guamal, Villavicencio, Medina, San Luis de Gaceno y Yopal son algunos de los puntos que estarían en alertas roja y naranja de vivir la misma situación de Mocoa.
Bogotá no es ajena a esta clase de riesgos. De acuerdo con el IDIGER 10 de las 20 localidades podrían tener una afectación directa por la ocurrencia de inundaciones ante eventuales desbordamientos: Suba, Bosa, Engativá, Kennedy, Fontibón, Tunjuelito, Ciudad Bolívar, Rafael Uribe Uribe, Usaquén y Usme. La ciudad está dividida en cuatro cuencas de drenaje correspondientes a los ríos Salitre, Fucha, Tunjuelo que recorren la capital de oriente a occidente y Torca que la recorre de sentido sur a norte- El Río Bogotá es el receptor principal de esas aguas.
Debemos tomar conciencia sobre la importancia de la prevención y de que el cambio climático es una realidad. Construyamos cultura y ayudemos a salvar vidas porque puede ser la nuestra.