En estos días, las redes sociales del Partido Liberal volvieron a publicar un par de noticias sobre la petición que hace algunos meses hicieran algunos sectores de la colectividad del trapo rojo hacia el exministro de Salud del Gobierno Santos y hoy Rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, para que este aceptara ser precandidato presidencial por dicho partido.
Como algunos portales de periodismo de opinión retrataron en su momento, en la pasada Convención Liberal del mes de agosto de 2020, la ausencia decidida del señor Rector, quien tenía una senda intervención durante el Foro Programático preparatorio de la citada Convención, es interpretada como un diplomático distanciamiento entre él y las directivas nacionales del Partido Liberal, que presagia un definitivo rechazo a las intenciones que ellas tienen sobre el papel que podría jugar el exministro Gaviria en la contienda presidencial de 2022; razón por la cual la publicación de ese refrito, podría ser una reiteración sobre esa intención y una suerte de presión mediática hacia el Rector, lo cual pone de relieve el dilema que tiene el partido rojo.
Y es que mientras en partidos políticos más electorales que ideológicos y con decididas intenciones de poder como Cambio Radical, empiezan las pujas internas para postular a un miembro del barranquillero Clan Char a una posible consulta de la derecha a la que concurrirían los candidatos de la actual coalición de partidos de Gobierno (Centro Democrático, Partido de la U, Partido Conservador, Colombia Justa Libres) y en colectividades ideológicamente de posturas menos izquierdistas y menos derechistas como la Alianza Verde ya andan pensando en el mecanismo para elegir a su candidato presidencial de los entre cuatro y seis precandidatos que ya tienen, el Partido Liberal no encuentra todavía el perfil que quiere poner a figurar.
El asunto es que pareciera que las directivas del Partido Liberal quisieran presentar un candidato presidencial que logre jalar votos de opinión en una abierta competencia por los votos que pudiera obtener el candidato del centro que resulte de la tan deseada consulta de ese sector, en la que participarían candidatos además de la Alianza Verde, de movimientos políticos como los de En Marcha, el MOIR, y candidatos independientes como Juan Manuel Galán; para sumarlos a los votos de estructura electoral que tienen los congresistas, y de esta manera ir a negociar una alianza con el candidato menos izquierdista de segunda vuelta y asegurar un par de ministerios en el Gobierno.
Sin embargo, ese plan depende mucho de factores externos que se le salen de las manos a las directivas.
Uno de ellos es tratar de encontrarle un rival al candidato de centro que esté dispuesto a ser sacrificado en la primera vuelta presidencial, así sea repitiendo la votación de Humberto de la Calle en 2018; otro de esos factores es tratar de juntar las voluntades de los congresistas electos/reelectos por el Partido Liberal para que se acojan a una estrategia unificada alrededor de su propio candidato y se abstengan detener puentes de comunicación con el candidato de la derecha.
Un tercer factor será el de aguantar la crisis que representará la división del partido, luego de la aplicación de la reforma política que ya se tramita en el Congreso de la Republica y que permitiría un nuevo episodio de transfuguismo, división que definitivamente afectaría la votación de Senado y Cámara.
Ojalá el dilema en el que se encuentran las directivas del Partido Liberal Colombiano pueda resolverse pronto, por el bien de la colectividad.