EL PARTIDO BISAGRA Y DEL TRAPO ROJO

Opinión Por

El anuncio del pasado 13 de julio por parte de la Bancada de Congresistas del Partido Liberal Colombiano de la decisión tomada con respecto a pertenecer al Gran Acuerdo Nacional, que es el nombre con el que se ha llamado a la coalición de Gobierno del Presidente Electo Gustavo Petro, ratifica lo que ha significado dicha colectividad en los últimos años, especialmente bajo la dirección del Gavirismo: ser un partido ministerial con poca o nula vocación de acceder al poder ejecutivo central.

Que dicho anuncio se de justamente en la previa a la conmemoración de los 174 años de fundación de la colectividad del trapo rojo representa no solamente una victoria para la chusma liberal, aquella base que fiel a sus principios ideológicos desde el momento mismo en que se evidenció la vergonzosa ausencia de un candidato fuerte para estar en la contienda presidencial, se alineó con el hoy Presidente Electo, sino también una derrota a la casta congresional que se autodenomina,  “la línea oficialista”, título rimbombante para el clientelismo pleno y puro que asigna avales a los amigos y cercanos sin importar ideologías, amigos dentro de los cuales se encuentra el senador Mario Castaño, hoy preso por corrupción.

“Como digo una cosa, digo otra”, clásica frase de la Chimoltrufia, icónico personaje del comediante latinoamericano Chespirito, definitivamente podría ser la frase de batalla de las actuales directivas liberales y sus congresistas electos, algo que la adhesión, sin aparente asignación burocrática inicial, dejó al descubierto: el gavirismo es el eje de la bisagra en la que ha convertido al Partido Liberal Colombiano dentro de la partidocracia colombiana, bajo la pavorosa lógica del calculo político de gobernar o ayudar a gobernar al de turno, sin importar la ideología.

Aunque la decisión de los congresistas liberales de pegarse al Gobierno Nacional electo con la más alta votación en la historia colombiana, con la que le dio la mayoría suficiente para que este logre concretar las reformas que prometió en campaña, fue una decisión acertada, no se puede olvidar que hace menos de tres meses esos mismos que hoy se toman fotos con los delegados del Presidente Petro, estaban apoyando a los candidatos de la derecha colombiana en esa mezcolanza que coloquialmente se ha llamado “rodolfiquismo”, lo cual evidencia el verdadero talante conservador/de derecha de la mayoría de los congresistas del Partido Liberal y su necesaria determinación de grasa para aceitar a sus maquinarias.

Y es que, en medio de la algarabía por ser Partido de gobierno, la ganadora chusma liberal no la tendrá fácil en la próxima Convención Nacional Liberal, que se debe realizar antes de terminado este año, en la que sin lugar a dudas el Presidente Petro participará con uno de sus apasionantes discursos, y en la que los derrotados congresistas gaviristas querrán seguir atornillados en las estructuras internas del Partido para así tener la vocería y negociar en nombre de toda la colectividad: si no reeligen a Cesar Gaviria, de seguro intentarán imponer a Simón Gaviria como su reemplazo.

Ante esta situación, la única solución será conformar una Dirección Nacional Liberal colegiada conformada por diez congresistas, cinco senadores y cinco representantes, cinco gaviristas y cinco progresistas, logrando así conformar, curiosamente, una bisagra que le permita como colectividad medianamente unificada, volver a ser opción de poder en las elecciones territoriales de 2023, esta vez de la mano de la billetera del Gobierno del Cambio.

Quien iba a creer que 174 años después, el Partido Liberal Colombiano seguiría siendo un partido decisivo en el panorama nacional, a pesar de todo y con todo.

#174AñosDeHistoria

Zootecnista Universidad Nacional de Colombia, Candidato a Magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional. Coordinador Nacional para asuntos de Paz de la Organización Nacional de Juventudes Liberales 2014-2018.